Por un café…

Por Rosa Martínez

todocuba.org

HAVANA TIMES – Verde lo ven nacer, rojo lo recogen, amarillento lo negocian, y negrito lo disfrutamos. ¿Saben, qué es? Pues, el café…

Si alguien quisiera envenenarme, solo necesitaría un poco de ese aromático grano para conseguir su objetivo; es que sin él no puedo vivir, y no me niego a ingerir una taza de mano de nadie.

A las 6 de la mañana, cuando llevo en pie una hora y media más o menos, ya he bebido 3 tazas de un buen café cubano, no del cafetín desabrido que venden en la bodega, sino del sabroso que tuestan aquí en el Oriente.

A las personas de occidente no les gusta mucho ese tipo, pero por acá nadie se resiste a una tacita de café tostado en casa, pilado en un pilón tradicional, como imagino hacían nuestros aborígenes.

Mi vicio por el café no es de ahora que soy casi una cincuentona y necesito varias recetas para calmar mis ansiedades; ese vicio se remonta a mis primeros años de vida, cuando en casa no desayunaba si no había un poco de café claro hecho por mi abuelita.

Sí, porque la verdad que el de mi mamá no sabía igual, y aunque ella intentaba engañarme, dándomelo y diciendo que me lo había dejado mi abuelita, yo la miraba con cara de pícara y le decía en su cara: mentira, ese lo colaste tú.

Mi abuela murió sin saber cómo reconocía su café entre otros. Ella quizás nunca comprendió lo especial que era hasta para colar un simple café.

Pues volviendo a mi viejo vicio: como vivimos los últimos días del año, decidí darme uno o dos gusticos antes de finalizar el 2019, por si acaso no veo el nuevo. Y como para mí los placeres no tienen mucho que ver con ropa nueva o zapato, solo me entusiasman las comodidades del hogar, y esas sí son más difíciles -quise decir más caras- de satisfacer, pues decidí complacerme con un excelente café Serrano y un Coffeemate, que descubrí que existía hace solo un año más o menos, pero desde entonces no dejo de soñar con él.

Cuando llegué a casa sonriendo con mi café Serrano y mi Coffeemate en mano, quiero decir en una bolsita de plástico, mis hijas preguntaron: ¿eh, y a qué se debe tanto entusiasmo?

Pues nada, respondí, que decidí comprarme esto.

¿Y diste 10 CUC por eso?, dijo una de ellas asombrada. Mami, pero qué caro, mija, yo no doy ni 2 CUC por eso.

Ya ves, yo no daría ni cinco pesos por esos shorts que llevas puesto, pero a ti te gustaron y yo di 10 CUC por ellos.

Y para que sepas, el Coffeemate es solo para mí, para que después no estés diciendo mamita un poquito…

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