Guantanameros molestos por nuevas tarifas del transporte local

Rosa Martínez

Guantanamo. Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Ayer en la tarde cogí una guagua intermunicipal a la salida del hospital provincial Doctor Agostinho Neto, de la ciudad de Guantánamo, que iba rumbo a la terminal provincial.

Antes de montar, los que esperábamos ansiosos preguntamos al conductor cuánto costaba el pasaje.

Dos pesos, dijo, ustedes saben que ahora son dos pesos las rutas intermunicipales, así que no se hagan los que no lo saben y suban con sus dos pesitos en la mano.

Sus palabras no fueron groseras en ningún momento, pero sí el detonante de una guerra de ofensas e improperios y que se yo cuántas cosas más, que no acabó hasta que la guagua llegara a su destino final.

Esto es un abuso, chofer, no puede ser, cómo van a subir los precios de estas guaguas de 40 centavos a dos pesos, y para colmo cobrar lo mismo en los tramos cortos que en los  largos, eso es un irrespeto a todos los trabajadores y estudiantes de la provincia, replicó desde la acera una estudiante de Medicina acompañada de otros cuatro jóvenes también estudiantes.

Caballero, por favor, cooperen, los dos pesitos en la mano, dijo el chofer nuevamente.

Pues mira, yo tengo un peso nada más y me voy a montar, ¿qué te parece?, le dijo una anciana en tono brusco mientras se agarraba de la baranda del vehículo y casi empujaba al empleado de transporte.

Fíjese señora, usted puede ser mi madre y merece respeto, pero yo también lo merezco; yo solo cumplo con lo que está establecido y con mi trabajo, el que no esté de acuerdo que se queje en  las asambleas de rendición de cuenta o en el Partido provincial, pero aquí nadie sube sin el dinero.

La señora subió con expresión desafiante a pesar de su avanzada edad,  el chofer prefirió dejarla, ni siquiera le cobró.

Lo que son es unos descarados todos, saltó un hombre alto y fuerte al final de la guagua, están explotando al pueblo trabajador y sacrificado que es quien paga siempre los platos rotos, por que a los que tienen negocios poco les importa los precios de las guaguas, ellos pueden pagar trasporte caro, comida cara, tarifa eléctrica cara, pero los que cobramos tres kilos trabajándole al Estado somos los que estamos jodidos.

El chofer decidió callarse, no sé si por que comprendió que lo que le tocaba era cobrar sin armar líos, porque se cansó de intentar hacer entender a la población que aquella medida no era culpa de él o porque aquel hombre metía miedo.

Lo que pasa, dijo una mujer al pagar, es que los que inventaron esa ley, medida o como quiera que se llame, ni ellos ni sus familias saben lo que es montarse en una guagua llena de gente, ni lo que es hacer botella todos los días para ir al trabajo; los que decidieron triplicar y cuadriplicar el costo de las rutas locales andan montados, tanto ellos como sus hijitos, en carritos cómodos que usan hasta para botar la basura.

Señores, por favor, ustedes quieren matar al cartero que le toca traer la mala noticia; el compañero no tiene la culpa de este aumento desconsiderado, él solo cumple con su deber, dijo una señora tratando de calmar aquella algarabía.

Chica no lo defiendas que todos ellos son iguales, él sabe bien que es un abuso cobrar dos pesos de aquí a la terminal que no son ni 5 kilómetros, él es tan descarado como sus jefes, respondió alguien más, no llegué  a ver quién, y un murmullo recorrió todo el vehículo, que ya estaba lleno a pesar de las protestas.

El conductor seguía sin decir nada, pero cobró los dos pesos a todo el mundo, excepto a la vieja guapa que subió en primer lugar.

Está buenísimo que pase eso y más, para que la gente acabe de reaccionar, de abrir los ojos de una vez y por todas, no sé hasta cuándo van a aguantar todo lo que venga sin protestar, comentó una señora elegantemente vestida, que se encontraba al lado mío y que ya había hecho más de dos reflexiones duras contra el Gobierno cubano y sus nuevas medidas económicas.

Cuando finalmente me bajé del ómnibus en la penúltima parada, todavía se escuchaban comentarios de indignación por la nueva tarifa del transporte local e intermunicipal.

Yo bajé tranquilamente como mismo subí, no había dicho ni media palabra, no se si me estoy poniendo como parte de la población que aguanta lo que sea sin decir nada, o es que ya aprendí que protestar no sirve de nada, porque al final todo sigue igual.

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