Asesino en Guantánamo condenado a 32 años de cárcel

Rosa Martinez

Compartiendo noticias en Guantanamo. Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Hace varios meses conté a los amigos de Havana Times que una prima mía  había sido asesinada por su marido, conocido como el Cojo.

Hace unos días se le realizó el juicio a ese sujeto que ya tiene dos muertos en su cuenta. Participaron la madre y el padrastro de la occisa y sus tres hijos, incluida la más pequeña que es hija también del asesino; también estuvieron presentes los padres del Cojo y otros tres familiares de él.

Según la información brindada por el perito Anny recibió 12 machetazos y una puñalada en el riñón izquierdo, que le provocó una hemorragia interna y fue la principal causa de muerte.

Nunca antes había participado en un juicio, mucho menos en el de un asesino; me motivó la tranquilidad del acusado al contar lo sucedido. Dijo que habían discutido durante varios días, agravándose la situación ese último.

Detalló que alquiló un coche y se llevó algunas pertenecías, incluyendo la ropa de mi prima, y de su hijo de 18 años que convivía con ellos.

“Después regresé a la casa, acabé con todo lo que quedó, con el televisor, el equipo de música; me tomé media botella de alcohol puro y a las 5 de la tarde cogí un machete y un cuchillo y fui para la casa de su madre.

Allí me acosté encima de la placa y estuve esperando hasta la madrugada del día siguiente. Aproveché cuando su padrastro abrió la puerta, me metí en la casa, y sucedió lo que todos saben”, contó el acusado.

Mientras el Cojo narraba lo sucedido, la madre de Anny y sus hijos lloraban. La madre del Cojo no lloraba, pero su rostro mostraba tristeza. Todos estábamos desconsolados recordando aquella vida truncada, todos nos conmovimos, todos, excepto él.

“¡Maldito! Me la pagarás, en esta vida o en la otra”, dijo el hijo de Anny. El Cojo lo miró desafiante.

Al final de su declaración el Cojo pidió al tribunal que no lo vieran como un asesino, que su intención nunca fue matarla, sino arrancarle los dos brazos, que si él fuera un asesino hubiera matado a todos los que estaban en la casa ese día, “oportunidad tuve y no lo hice”, dijo.

El homicida fue condenado a 32 años de cárcel, y como solo tiene 37 podría estar fuera de la cárcel antes de los 60 si logra salir bajo palabra, como le ocurrió con su primer asesinato.

Su familia puede visitarlo todos los meses en prisión y llevarle su comida predilecta, hasta puede recibir la visita de cualquier mujer que se atreva a hacerle el favor de satisfacer sus deseos sexuales; de Anny, sin embargo, solo queda el recuerdo de su cuerpo tinto en sangre preguntando: “¿Por qué? ¿Por qué el Cojo me hizo esto?”.

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