Vecinos en Cuba

Regina Cano

Edificios de Alamar. Foto: Caridad

Sostener la vecindad con otros, en esta isla, implica siempre una dosis de paciencia y comprensión acompañada de mucha consideración y sobre todo respeto, cosa esta difícil en todo sentido dentro de un grupo social mezclado, con intereses diferentes.

La convivencia en Cuba ahora mismo se dificulta entre la propia familia, así que con nuestras características, necesidades y circunstancias, es fácil adivinar lo peliagudo que se hacen las relaciones entre personas que deben vivir “pared con pared” (como decían unos humoristas por aquí).

Tus vecinos pueden querer botar su basura en tu cercanía, tender su ropa chorreando agua o limpiar tirándola a expensa de mojar al que vive en los bajos.

Pueden dejar libremente a sus perros para que coman lo que encuentren, acabando con tu patio, dejando sus heces en la puerta de tu casa o defenestrando el agua o la comida de tu mascota.

Los vecinos se pueden proponer ampliar su vivienda desde su propio espacio hacia el tuyo o tan solo tomar el que no les corresponde. En esto cobra importancia las fricciones que sedimentan las reservas en contra del otro, la codicia, el odio, o las revanchas tomadas por propias manos, que llevan desde discusiones plagadas de palabras ofensivas, muchos gritos, amenazas, golpizas en grupos o familias.

En los barrios periféricos de La Habana el respeto se establece por el que más “mete el pie”*.

No hay leyes, ni policías que intervengan, porque -además de que los polis no son suficiente y se importan a la capital-, las gentes de estos lugares consideran un deshonor buscar a la policía para estas cosas, no les gustan.

Así, el que ha desarrollado más el intelecto o ha conformado un mundo más amplio –pues ser el guapo(a) del barrio conlleva a dedicarle tiempo al estatus- corre el riesgo de ser aplastado por la fuerza de quien mete el pie. No vale la razón, justicia o el diálogo, las diferencias se liman a porrazos.

Mantener los límites de tu vivienda en un barrio donde las casas están apiñadas y son una mierda por cómo se han construido es en sí un gran problema, y en mi barrio se acostumbra violarlos.

En el principio de esta nueva comunidad donde vivo, pues se construyó un poco más de 15 años atrás, algunos derechos se defendieron con un machete en la mano: “esa instalación de agua es mía”, “mi patio llega hasta aquí” o “este techo me pertenece” maneras aún vigentes ante estas situaciones.

De esta misma manera se comporta mi vecino, quien haciendo abuso de su conducta intenta constantemente expropiarme de los derechos que me asisten, por tan solo la desgracia de habitar a su lado, lo cual le costará algo de trabajo, aunque no pretendo sacrificar mi modo de vida por ser como él.

*Meter el pie: Hacer su voluntad por la fuerza.

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