Regina Cano
HAVANA TIMES – El 11 de mayo en la tarde fue realizada la marcha acostumbrada en Contra de la Homofobia, en el Paseo del Prado de La Habana, por quienes están a favor de refrendar estos derechos ante la suspensión de su realización oficial.
Bajo coros de: “! Sí se pudo!” y “El anillo pa´ cuándo” –haciendo referencia a la no inclusión del matrimonio entre personas del mismo sexo en la Constitución de La República, aprobado recientemente-, entre otros, se inició la Marcha reuniéndose en el Parque Central y bajando por el Prado hasta su final -como se pensaba se haría-, siendo acompañada por muchas cámaras y algunos visitantes al país.
Los pasos de esta caminata fueron vigilados de cerca por el órgano represivo cubano, tanto uniformados, como por los que no lo estaban –ambos un gran cuerpo de presencia y los últimos tal vez, como “representación cívica del pueblo”.
Para la realización de esta Marcha por “acuerdo tácito” -pues no se declara haya en sí un grupo de coordinadores-, no hubo, por tanto, una petición de permiso que la autorizara.
Durante la caminata surgió un coro que sugería continuar hacia el Círculo Social (José Antonio) Echevarría –antiguo Club Social-, donde se celebraba el usual espectáculo bajo techo que ha confirmado por años la aprobación oficial de la celebración por el mismo motivo, con trasvestis, grandes cantantes de la escena cubana y así.
En tiempos distintos, la Marcha culminó con un gran cordón policial impidiendo el paso del grupo, pudiendo sobrepasar este cordón solo los visitantes foráneos y siendo detenidos o apresados algunos de los miembros de la caminata –abanderados o no- y, por último, siendo forzados a dispersar la misma, aunque con un enfrentamiento verbal del grupo.
De alguna manera uno aspira a que se sostengan por su propia funcionalidad, aquellas cosas aprobadas por las instituciones estatales –en cualquier país del mundo-, pues esa es la razón que nos hace ciudadanos, civiles declarados por la propia institucionalidad como beneficiarios de las decisiones tomadas al respecto, y que su satisfacción sostendría a la propia estructura gubernamental. También con derecho a hacer audible el reclamo de ver realizados nuestros deseos y derechos ante lo contrario.
Después de que nuestra sociedad miró “hacia otro lado” al aprobar la Constitución de la República, sin tener en cuenta los deseos de un grupo social como el LGBTIQ+, suspender la Marcha acostumbrada de visualización y defensa de Libertades y Diversidades -a la que nunca se le ha querido llamar de “Orgullo Gay”-, no deja clara la posición de aquellos que dicen defender a esta comunidad desde espacios encumbrados en la estructura estatal.
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