Los cubanos vistos por un extranjero

Regina Cano

Foto: Caridad

“Los cubanos, cuando buscan la cercanía de un extranjero no es para hacer amigos, es siempre con la intención de obtener algo a cambio,” más o menos estas fueron las palabras de una latinoamericana que vivió en Cuba por unos años, a su interlocutor norteamericano.

Les aseguro que escucharla me resultó muy doloroso, porque esta pudiera ser la opinión generalizada sobre nosotros y esta es injusta, porque no refleja el sentir de todos por aquí.

Me pareció, que esta persona no estaba siendo totalmente sincera con ella misma o que el nivel de alcance de su análisis se quedaba más corto de lo que yo esperaba. Siento mucho que la experiencia de esta señora no haya sido feliz en esta isla.

Debo admitir que desgraciadamente, las ocurrencias de los últimos años dieron pauta al comportamiento de “sálvese quien pueda” que atacó a los cubanos y de la cual aún se aprecia la secuela.

Es cierto que la precariedad abrió una Cuba en los 90´s, que hizo que el mundo nos viera como necesitados y nosotros la cercanía de un extranjero como la tabla de salvación.

Muchos cubanos también sufrimos la depredación del visitante, que encontró un país con un mercado por la izquierda con precios bajos –comparado con los precios oficiales-, dándose unas vacaciones con poco presupuesto y todo lo demás eran ganancias:

Comida barata: langosta, tabacos, camarones, ron. Así como la renta de habitaciones y carros.

Putas baratas (muy baratas) -cuando la sarna hacía ola por la falta de alimentos e implementos para la higiene. Putas que fueron drogadas para ser abusadas, filmadas teniendo sexo en grupo, con animales y quien sabe que más –posiblemente vistas en internet o en videos para vender –según cuentan. Putas por necesidad, sin derechos, ni protección.

Escritores, actores, guionistas de teatro, músicos (raperos, salseros) -no todos conocidos- que buscaban mercado y les fueron robadas sus obras. Otros lo lograron emigrando por contratos de pura estafa, aunque otros lograron mejores cosas y así.

No defiendo aquí a aquellos a los que la tecnología del primer o cualquier mundo les haga desear vender su alma por salir del país. Hubo aquí quien no quiso canjear su vida por esto. Y hubo quien se fue del país a través de amigos o quien se casó por mejores sentimientos.

No niego o justifico a aquel cubano que imitó el comportamiento del visitante. O a aquellos que arrancan un bolso o una cámara fotográfica de las manos de su propietario y “paticas pa´ que te quiero.”

Otros extranjeros vienen a Cuba a verla como se va al Zoológico. El país que aún proclamaba ser socialista, una rareza. Gentes que se “morían de hambre” –según exageramos por aquí- y declaraban al mundo que iban a resistir, porque esta es la versión oficial asumida por los nativos, vivos y residentes en el país, de alguna manera.

A ver! Realmente hemos sufrido una gran guerra y no hemos pasado un hambre atroz, no llegamos a morimos de hambre, pero hay quien quedó marcado para siempre (neuropatías, problemas de crecimiento).

Los cubanos fuimos vejados doblemente, por nuestros problemas internos y por lo que acarreaba recibir visitantes en esas circunstancias.

Por no escapar, se dice, que no escapamos de la trata de blancas, que alimentamos el mercado de órganos (poco), y el de “esclavos,” pues era tremendo negocio que la persona cubana con que se casaban quedara desnuda de derechos hasta pasados los 5 años o más para ser residentes en el país receptor, lo que resultaba una garantía. Les aseguro que no todos fueron engaños por parte de los nuestros.

Muchos de los que vienen a la isla buscan la afabilidad y la calidez en el trato, y la comunicación, fama que nos precede y hasta buenos amigos han salido de estos encuentros.

Dentro de los cubanos, hoy, hay muchos que trabajan para buscar su sustento y a quienes decoro les queda para no ver a un extranjero como el As de la baraja, el Cuerno de la Abundancia o El Dorado con el que todo se resuelve.

Que un cubano busque o halle un extranjero que pueda ofrecerle trabajo o la posibilidad de emplearse en algo que lo sustente honrosamente, no es para avergonzarse. Así como emigrar, en otros términos, de una realidad que no satisface.

Posiblemente aquí se me quede corta la historia y habrá quien la engrose con las experiencias propias o ajenas. Pero que quede claro: no siempre un cubano está buscando la cercanía de un extranjero para beneficiarse, okey!

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