La Secta Abakua en Cuba

Regina Cano

HAVANA TIMES, 2 dic — Más frecuentemente de lo que él mismo deseaba, repetía una frase que siempre provocó curiosidad al que le escuchaba, pues “Mi vecino el Nasakó* del Plante…,” suena a algo críptico y misterioso para muchos cubanos, como lo es la Secta Secreta de los Abakuá.

Creencia venida de África a mi país con la esclavitud, asentándose en Matanzas y La Habana. Evidenciándose más -en esta última- entre los trabajadores portuarios -la gran mayoría negros- y en los barrios marginales de la Ciudad mucho antes del Triunfo de la Revolución.

Junto a la gente valerosa que de África fueron traídos: Mandingas, Ararás, Gangás, Carabalíes y Congos, llegaron a Cuba los que iniciaron la Secta Abakúa o Ñañiga. Exclusiva para hombres, con una organización jerárquica de jefes o plazas que encabezan el grupo de los miembros envestidos en el Gran Poder o la Fuerza en Ekwe o fundamento guardado con mucho cuidado que les da honor, prosperidad y salvación a sus poseedores.

Según siempre se dijo: el miembro de esta Sociedad debe respetar como principio ser buen padre, buen hijo, buen esposo y buen hermano, como otras Fraternidades. La gran mayoría cree en la religión Yoruba, aunque ellos realizan liturgias propias del Abakúa.

En el pequeño vecindario de mi amigo, por no faltar, tienen un Plante con un innombrable Juego Abakúa que se enriquece de los jóvenes del barrio, generalmente negros.

Mi amigo siempre los admiró, hasta que años de convivencia le develaron que la Organización había sufrido “ciertos” cambios, pues los nuevos crecimientos desde los 90´s –refiere- ya no tienen los mismos requerimientos y que los modelos más negativos se han ido ubicando dentro de los Juegos. Personas con conductas muy distintas a lo que eran sus principios.

También como todo lo que se desarrolla dentro de cualquier sociedad humana actual, ellos son el reflejo de la nuestra: violentos, centrados en la guapería, machistas; además de todo aquello que la carencia material acarrea.

Se les acusa de delincuentes, que para iniciarse hay que matar -en los 70´s se decía que su prenda necesitaba sangre humana- y de que las mujeres no ocupan un lugar significativo gracias a una leyenda que los acompaña e inicia la creencia.

En esta leyenda se narra cómo Sikán, la hija de un Jefe (en la antigua África), junto con el agua que recoge en el río colecta un pez que contiene el alma de Tanze -rey fallecido, de gran poder y a quien se esperaba por predicción. Sin hacer el cuento más largo, ella es vista como traidora y sacrificada para hacer sonar un tambor: el Ekwe, sonido reconocido como el alma o la voz de Tanze.

Según mi amigo, el respeto que él sentía por este grupo ha desaparecido. Nada, gentes! Que en mi Cubita La Bella sigue transformándose todo.

*Nasakó: Plaza (jefe) dentro de la jerarquía Abakúa.

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