Homenaje habanero al Viejo de los Milagros

Por Regina Cano

HAVANA TIMES – La ida a San Lázaro es un día de celebración y peregrinación, tiempo de cumplir promesas contraídas con el santo o de pedirle por la salud y bienestar físico, fundamentalmente.

Es un día dedicado a la devoción popular por el Viejo Lázaro, como también se le conoce, sincretizado como Babalú Ayé o Asojuano, en la Regla Ocha, protagonista cada 17 de diciembre.

En la tarde de ese día recorrí el camino común a quienes desean llegar a El Rincón, poblado al sur de La Habana, donde se encuentra el Santuario Nacional San Lázaro, lugar donde se le adora.

A pesar de ser las 5pm, me sorprendieron sus calles casi desiertas, comparado con otros años en que he hecho esta ruta habitual de acceso.

Este año, me referían, no había el acostumbrado refuerzo de ómnibus como en otros diciembres y los comunes comercios de estampitas, estatuas, flores y velas mantenían casi intactas sus mercaderías aún a mi salida, pasada las 3 horas.

Una vendedora de alegorías me comentaba que las ventas tendían a lo bajo, porque este año la conmemoración es entre semana –día de trabajo-, pero que en la víspera asistieron más personas, sobre todo, de la 10 de la noche a la 1 de la mañana.

Hay quienes acostumbran “velar” o realizar el homenaje en sus propios hogares, pero son muchas/os los que prefieren asistir a la institución eclesiástica en persona.

Este año a puertas cerradas

Aunque ahora el Santuario…, al parecer, por primera vez en tantísimos años recibió a los seguidores de San Lázaro, con sus puertas cerradas y la imagen del santo expuesta en las afuera, todo cercado y con pantallas comunicacionales. Probablemente más que la covid, esta nueva modalidad haya sido la causante de los pocos concurrentes.

Así y todo no faltaron enfermos, pagadores de promesas, santera/os, babalawos, paleros, cristianos de las diversas modalidades de iglesias y congregaciones de ese tipo que existen en el país y toda/o aquel que consideraba requerir la atención directa del santo.

Mucha/os descalzos lo mismo desde Santiago de las Vegas, donde les deja el ómnibus a unos pocos kilómetros de distancia, como desde la entrada del propio poblado El Rincón.

Adultos con sus ofrendas prometidas o no y niña/os pequeños llevados por sus familiares, muchos vestidos de saco y violeta –atributos del santo. Y no faltaron los perros domésticos llevados por las familias, animales que acompañan la imagen, según reza la leyenda popular.

Nuevas peticiones, nuevos compromisos, unidos al pago de antiguas promesas por la plena salud, es de las condiciones más comunes para la asistencia al lugar.

 Alguna/os creen en la petición personal y otra/os a pesar de ello, van a pedir en nombre de quienes no pueden estar presentes –personas muy mayores o los más pequeños del hogar que no se atreven a llevar.

Y aunque para la gente tenga el mismo valor asistir días antes o después a El Rincón, probablemente entre las oraciones allí vertidas y las demandas a San Lázaro, no faltó la petición de protección por los venideros duros días que para el pueblo cubano augura el 2021.

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