Canje al menudeo

Regina Cano

Foto: Caridad

“PIERDES 20 Y GANAS 40” pregonaba un hombre de casi 50 años, con buen aspecto físico y de vestuario, en la parada de uno de las guaguas de las líneas “P” que más pasajeros transporta en la Capital.

Ofrecía la posibilidad a todos los presentes de canjear un peso por 0.80 centavos, con una ganancia de 0.20 centavos para él.

Armado de una cajita de metal con tapa que llevaba entre sus manos, llena de pesetas y una llamada de atención discreta, se movía recorriendo la fila.

Y gentes! Tal vez algunos habían valorado ya la posibilidad de que esta fuera otra honrada y remunerada ocupación a tener en cuenta o que vendría de las manos de alguna Empresa reconocida, el satisfacer la necesidad de dinero suelto para viajar en las guaguas.

Era un alivio para todos los presentes, que se dispusieron a cambiar por pesetas uno o más pesos, participándole su asombro de diferentes maneras, y llamándose suertudos por encontrarlo a esa hora, en aquella parada.

La demanda de pago del transporte se ha encarecido, pues al no tener cambio para la moneda entera, los pasajeros se ven obligados a pagar con un peso, compartirlo con otro pasajero en el mejor de los casos, dárselo al chofer o como ha venido ocurriendo cada vez con mayor proporción, no depositarlo en las alcancías.

Viajar por ómnibus en Ciudad Habana implica, en muchas ocasiones, abordar más de una ruta en ida y vuelta, y si el pago llega a alcanzar 4 ó 5 pesos diarios o más, y al no ser un gasto aislado y sumarlo al de comida, vivienda, electricidad, gas, ropas y otros,  los bolsillos de una mayoría gritan a mediado de mes.

En los últimos tiempos ha aumentado la preocupación de los choferes por recolectar el pago -lo cual incide directamente en su posibilidad de trabajo-, pero los pasajeros han optado por “hacerse los suecos.”

Y donde antes caía en la alcancía una peseta con un medio, una sola peseta o dos monedas de a cinco centavos; ahora los más “apenados” sacan un billete de más valor para justificar la ausencia de “menudo” y un número en aumento le dicen al chofer: “Que no tienen para pagar, que están en blanco, que paga el que viene atrás o que pagó uno que va más adelante” o simplemente lo miran con indiferencia -o no lo miran- y continúan avanzando dentro de la guagua, preocupándose en hallar un lugar donde ubicarse.

Poseer moneda fraccionaria en el bolsillo, algo innegablemente necesario, ayudaría a aumentar el pago del transporte urbano, a lo cual creo muchos responderían. Porque lo que en este momento se va convirtiendo en un comportamiento común, será difícil de coartar en breve; pues donde las instituciones no han visto ganancias a obtener, pudiera existir un empleo decoroso como este para cualquier ciudadano.

Habría que ver por cuánto tiempo este nuevo personaje, el Canjeador de Menudo, puede arriesgarse a realizar su labor, pues no recuerdo que esté comprendida como Licencia dentro de los nuevos Cuentrapropistas.

Y no me queda más que desearles suerte para que no sean pillados por la policía, a él y a sus seguidores en el oficio.

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