La Antigua hacienda Cortina, hoy Parque Nacional La Guira

Por Pedro Pablo Morejón

 

HAVANA TIMES – El 15 de febrero estuve en la antigua hacienda Cortina, hoy conocida como Parque Nacional La Güira. Es un área natural protegida con alrededor de 22000 hectáreas de terreno, ubicada en la sierra del Rosario, a 60 kilómetros al este-nordeste de la ciudad de Pinar del Río.

Desde que traspasas la gran puerta de estilo medieval, que se encuentra a la entrada, sientes una experiencia única. La vista es paradisiaca. Un paisaje compuesto por árboles frutales y ornamentales, jardines; parques diseñados con una gran variedad de estilos, en los que se aprecia la cultura europea y japonesa; esculturas de mármol de carrara, bronces y otros materiales traídos del extranjero; paseos de viales cimentados en piedras que facilitan el recorrido, y un río construido artificialmente -en el cual se puede pasear en botes- le dan características ideales al sitio.

He pasado y estado en el famoso valle de Viñales, he disfrutado la vista impresionante de sus hermosos mogotes, pero puedo asegurarles que La Guira no le cede un milímetro en belleza y perfección.

Haciendo una breve historia podemos decir que perteneció a José Manuel Cortina (1880-1970), ilustre pinareño descendiente de una familia acaudalada, quien fuera político, abogado, periodista, filósofo y escritor, quien construyó dicha hacienda, y que le fuera confiscada en los primeros años de la Revolución castrista.

Por razones de origen jocoso pensaba que este señor la había construido para su disfrute hedonista, que vacacionaba allí desnudo y poseía un harén de mujeres, que igualmente desnudas le servían de distracción.

Sin embargo, fue mi esposa, quien me salvó del error al relatarme que, por el contrario, el señor Cortina era un hombre comedido y que incluso, las esculturas de la hacienda fueron dedicadas a su esposa. Hechos todos que pude corroborar con posterioridad.

Después de ser confiscada, comenzó su declive. Allí existía un campismo, hasta que a partir de la década de 1990 el abandono del lugar, por parte de las autoridades, se hizo notable. Desde hace unos pocos años decidieron remodelarla. Advirtieron la importancia del área para fines turísticos.

Hoy es un sitio que ha recuperado la belleza de antaño. Ahora cuenta con habitaciones de alojamiento para extranjeros y cubanos. Los precios, como deben imaginar, son estratosféricos, por lo que reservar allí, para un cubano promedio, se hace bastante difícil. Dispone de museos con piezas antiguas chinas, japonesas y asiáticas en general, que pertenecieron a su propietario.

No quiero extenderme sobre los servicios gastronómicos. Solo decirles que son bastante caros en comparación con otros sitios que también venden caro.

De todos modos, constituye una buena opción para pasar el día allí con la familia, la novia/o, los amigos, etc. Sumergirse en ese paraíso resulta medicina para el alma.

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