Crónica de una batalla literaria

Pedro P Morejón

HAVANA TIMES – Me levanté el 22 de junio con la idea fija de ir a mi taller literario. Hacía más de tres meses que no iba. El asunto es que ya sea por una cosa u otra, me he distanciado. Pero esa mañana quise ir. Al llegar, recibí una sorpresa. Me encontré con Noel, excelente poeta y narrador. Entonces me entero que se celebra el encuentro-debate de talleres literarios.

Para quienes no saben les explico en qué consisten esos encuentros de carácter anual: compiten diversos escritores en los apartados de literatura infantil, y de poesía y narrativa para adultos. Hay que llevar tres copias, una para cada miembro del jurado, compuesto por consagrados y prestigiosos escritores que evaluarán tu obra, además de leerla ante ellos. Al final, deliberan y premian la que consideran mejor. Llevé un cuento que había escrito esa misma semana a la carrera, y en un rapto de inspiración.

Me fui para mi trabajo e imprimí las copias. Regresé como un rayo y entré a la sala donde comenzaría la lectura de las obras de narrativa. Uno a uno, todos leyeron sus cuentos. El jurado hacía las observaciones pertinentes y yo evaluaba mis posibilidades. Tengo que decir que desde mucho antes le tenía fe a mi cuento. En mi opinión, es de lo mejor que he escrito, al menos desde un punto de vista técnico-literario. Mucho mejor que el relato Delirios con el que gané el Premio José A Baragaño, evento de mayor trascendencia. Por supuesto, todo cuento, relato o novela es perfectible, y el mío no es la excepción.

¿Qué importancia tiene ganar este encuentro-debate? Pues, en mi caso, me sigue visibilizando y me brinda la posibilidad de competir en un encuentro literario de mayor rango. Todo eso ayuda, junto con la publicación de mi primer libro, a avanzar en el camino de sacar a la luz pública mis obras.

Pues bien, prosigo. Al leer mi cuento recibí algunos criterios del tribunal. Lo peor: algunos énfasis que sobraban y un final cuyo presupuesto pudo resolverse en el desarrollo. Con eso último no estoy de acuerdo, y es la opinión de uno solo del jurado. Lo bueno: me dijeron que poseo destreza narrativa y un estilo que atrapa al lector desde el inicio. Hasta ese momento, nadie había recibido mejores valoraciones.

Más adelante leyó su cuento una joven de 19 años, muy talentosa. Ganó recientemente un concurso literario de carácter nacional. Pero lo más interesante y curioso es que uno de los escritores que integraban el jurado era el director del taller literario al que ella pertenece. Es, en definitiva, su mentor, por lo que no me pareció acertado que fuera miembro del comité evaluador. Ni acertado ni justo. Al conocer esto comencé a dudar de mis posibilidades. ¿Lógico no? Al final todos terminaron las lecturas y los reconocidos escritores se retiraron a deliberar con las copias respectivas.

Pasaban los minutos. Llevábamos media hora esperando y todavía no venían con la decisión.  Al fin dieron el veredicto.

La jovencita obtuvo el premio y a mí me dieron la primera mención, además de una “pacotilla” y un insulso diploma que dormirá en un rincón. Ahhh, y…obtengo el derecho, junto con la ganadora, de participar en ese próximo encuentro-debate, que será en noviembre, de mayor categoría y tendrá por sede una playa.

Bueno, al menos este año podré disfrutar de unas minivacaciones gratuitas.

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