Paula Henríquez

El Río Quibú

HAVANA TIMES — Pasar por allí es casi imposible, no porque algo obstruya el paso físicamente, sino porque respirar se hace insoportable. El cauce es cada vez más estrecho, no precisamente por la vegetación que suele crecer en sus aguas, sino por la cantidad de basura que cada día se acumula en sus orillas.

Mucho se ha hablado de la suciedad e irresponsabilidad que rodea al río Quibú (afluente que nace en el municipio de Marianao y desemboca en el habanero barrio del Náutico, municipio de Playa); pero muy poco se ha hecho al respecto, y no me refiero solo a las autoridades sanitarias del país o del municipio, sino a la población.

La “montaña” de bolsas de basura se ve desde lejos y ni hablar del mal olor que también recorre los alrededores. Uno pensaría que a la gente no parece importarle, porque, a pesar de todo, continúa arrojándola en las márgenes del río. La excusa: no pasan los camiones a recogerla. Y es cierto, los camiones solo pasan una o dos veces por semana, a veces ninguna. Y la comunidad crece y con ella los desperdicios.

Celia Martínez vive cerca de uno de esos barrios por donde pasa el río Quibú. Dice que desde su casa a veces se siente el olor a putrefacción y desechos y que en ocasiones no se ve el agua, porque está cubierta por todo lo que los vecinos tiran desde el puente cercano a su vivienda.

¿Es que faltan tanques de basura en el barrio?, le pregunto…

“Bueno, hay, no la cantidad que debería, pero los hay. Lo que pasa es que a algunas personas les queda un poco lejos y entonces deciden caminar menos y arrojan la inmundicia en el río”.

Y en efecto, hay varios tanques de basura, atestados por cierto, a solo unas cuadras del lugar mencionado, pero como dice esta vecina del municipio de Marianao, no todos sienten “deseos” de caminar hasta allí.

“También hay que tener en cuenta que casi siempre los depósitos están llenos hasta el tope y no hay donde poner una bolsa más, entonces la gente comienza a tirarlas donde quiera, en el río, justo al lado de los tanques, etc. Nadie puede quedarse con la basura en casa, eso sería peor. Y entonces se van haciendo vertederos alternativos por todo el barrio, pero, sin duda, el del río es el peor”. Agrega Celia.

Y tiene razón. Si nos paramos en el puente que se encuentra en la barriada de Cocosolo del municipio de Marianao, es solo mugre lo que se ve. La reja que protege a los pasantes fue cortada incluso con el objetivo de facilitar el “lanzamiento” de las javitas de suciedades. La loma de desechos casi alcanza el suelo de dicho puente y, por supuesto, los bichos, ratas, etc. abundan en el lugar y en los alrededores.

Hasta los latones de basura también fui. Había desperdicios por todas partes, no solo dentro de estos. Dicen otros vecinos que a veces pasan hasta cinco días y el camión que los vacía no pasa. Las razones: no hay combustible, no hay piezas para arreglar los camiones o simplemente no hay la cantidad de camiones necesaria para satisfacer la “demanda” de todo el municipio.

Y así la porquería nos inunda. No solo a Marianao, basta con caminar por municipios aledaños para comprobar que se encuentran en iguales o peores condiciones. Dice Celia que la gente se queja de la gente, asegurando que los propios vecinos tienen la culpa, que ellos mismos ensucian el entorno. Pero otros dicen que no pueden “tragarse” literalmente la basura y que por lo tanto, ellos la dejan en cualquier lugar.

Y no dejan de tener razón. Uno no puede convivir con los desperdicios dentro de su casa y no debería tener que convivir con ellos fuera, tampoco. ¿A quién culpamos? Es el cuento de nunca acabar, porque por un lado te sacan de la vivienda hasta cuatro veces por semana para fumigar y erradicar al Aesdes aegypti  y las campañas se desenvuelven en todo el país, pero por otro, se está alimentando al mosquito… y a otros animalitos muy dañinos para la salud.

Del tema se ha hablado hasta el cansancio. He visto reportajes de “todos tipos y colores”. Todos critican y ninguno dice cómo se va a resolver el problema. No culpo al autor de los trabajos. A ellos le dijeron lo que les dicen a todos: se resolverá, pero nadie ve la solución por ninguna parte.

Mientras tanto más y más calles se llenan de objetos olvidados, desperdicios de comida y hasta de animales muertos, y los días pasan… tranquilamente…

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