Hacer o no hacer la cola…

Por Paula Henríquez

HAVANA TIMES – El nuevo coronavirus nos ha puesto en un gran aprieto. Si ya era complicado conseguir alimentos, dígase pollo, picadillo o lo que se encuentre en los mercados, ahora es más que complicado, porque a la difícil tarea se suman las aún más largas colas.

En la mayoría de los casos hay que levantarse de madrugada y caminar mucho; los que no vivimos cerca de los mercados donde sacan los productos tenemos que recorrer kilómetros para llegar y después allí pasar varias horas hasta que llegue nuestro turno. Ni hablar de que se acaben los productos antes de llegar al final de la línea, pues supondría mala suerte para venideras aventuras.

El caso es que así transcurre ahora la vida de un pueblo sencillo que lucha no solo por resistir la pandemia que tiene al mundo en vilo, sino también por sobrevivir al hambre, a la suciedad y otras tantas necesidades.

Acercar los productos a las comunidades

Desde que comenzó esta situación, el Gobierno ha venido tomando medidas para hacerle frente a la enfermedad y, sobre todo, a los problemas que esta trae consigo. Entre las medidas se encuentra la de acercar los productos de primera necesidad a las comunidades, con el fin de eliminar las aglomeraciones y que la población no tenga que trasladarse hacia lugares lejanos, otros municipios, etc., lo cual también conlleva a tumultos.

Hasta ahora parece todo muy claro, o al menos yo entendí que, a parte de los productos normados, se estaba estudiando la forma de hacer llegar los no normados a las comunidades. O… ¿estoy equivocada?

No ha ocurrido, al menos no donde yo vivo. Mi esposo y yo tenemos que trasladarnos a otro municipio para poder comprar comida, ya que es muy difícil, para no decir imposible, conseguirla en el nuestro.

Productos limitados

El otro problema son los productos limitados. La intención es evitar el acaparamiento y la reventa, que alcancen las pocas cosas para que la mayor cantidad posible de personas pueda llevar algo a casa, la protección al consumidor y todas las explicaciones posibles que ya he escuchado.

Puedo estar de acuerdo con todas, pero… si en un núcleo familiar viven 5 o más personas, de las cuales la mayoría tienen más de 60 años y solo hay dos jóvenes que pueden salir a hacer las colas… en las tiendas le venden la cantidad que corresponde a esos dos jóvenes. ¿Qué pasa con el resto de las personas que quedan en casa? Dos paquetes de pollo no alcanzan para una familia numerosa, tampoco dos paquetes de picadillo, etc.

Riesgo ¿innecesario?

Todo lo anterior es preocupante, pero lo es más aún el riesgo que corremos al salir de casa y pasar horas en las colas. Por la televisión dicen que evitemos las aglomeraciones, que no vale la pena correr el riesgo de enfermarnos por comprar algunos de estos bienes. Y yo me pregunto: ¿qué comemos? ¿Con qué lavamos? ¿Con qué nos bañamos? Los productos de limpieza también escasean y están limitados en las tiendas.

El problema es mucho más profundo. Me coloco en el lugar de quienes dirigen y creo que me volvería loca al tener que pensar en cómo dirigir un país y a la vez mantenerlo a salvo lo más que se pueda de todo esto que estamos viviendo. No obstante, deben revisar la forma de distribución, quizás sea mejor racionalizar, distribuir según la cantidad de personas en los núcleos.

Lo que sí es cierto es que no estamos haciendo nada contra la pandemia si seguimos amontonándonos en los mercados. Las medidas tomadas por el país no sirven de nada si no se cumplen al pie de la letra. Si bien es cierto que hay muchas personas en las calles paseándose libremente, también estoy segura de que los que están en una cola no lo hacen por mera irresponsabilidad, ¡sino por NECESIDAD!

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