Por Osmel Ramírez Álvarez
HAVANA TIMES – Si queremos un país mejor, tenemos que dar la pelea por ese país; si queremos una democracia, una economía próspera y abierta a todos los actores; si queremos salarios justos; si queremos que se nos respeten los derechos humanos; si queremos libertad: no hay de otra, tenemos que dar la pelea.
“Pelea” no significa violencia, NO. Quiere decir hacer algo, no permanecer inertes, participar, no conformarnos, no cerrar los ojos a lo público y pensar tan solo en lo personal como refugio; no creer que es tarea de otros sino de nosotros mismos.
El sistema autoritario del Partido Comunista de Cuba, para preservarse, necesita que estemos obedientes, que le temamos, que creamos que no podemos hacer nada y nos trata como enemigos de nosotros mismos, del pueblo soberano que somos. Una paradoja sin duda, pero les funciona. Es un excelente modelo para preservar el poder y se basa en el control social, no en la libertad ni en la democracia. Esas son sus armas contra todo cambio, incluso progresista, y son muy efectivas.
Y entre todas estas “armas” destaca una, la que está precisamente dentro de nosotros mismos: el miedo. En realidad, ha de ser más fácil buscar la forma de perder ese miedo inculcado, desactivar esa bomba de cobardía cerebral, que pelear contra las balas como lo hicieron ellos mismos o emigrar al coste de la vida como lo han hecho millones de compatriotas. No es imposible, pero se necesita tener conciencia de ello.
¿Y qué ganaríamos?
En primer lugar, la capacidad de ejercer nuestra soberanía, usurpada por los comunistas. Es el pueblo quien debe elegir a sus líderes, no es un partido político exclusivo que se cree la vanguardia obrera y ni siquiera representa a los obreros, solo los usa políticamente y los explota con bajos salarios. Porque si en verdad quisieran un mundo más justo, comenzarían por devolver la soberanía al pueblo cubano.
La idea de promover leyes y hasta cambios constitucionales aprovechando el derecho, hasta ahora nominal, que nos brinda la Constitución de la República, es una iniciativa que puede no solo darnos ganancias en materia legal para poder actuar hacia más democracia, sino que a la par sería un saludable ejercicio cívico para el pueblo.
Algunas ideas de promoción de leyes pueden ser:
Pueden ser cientos de iniciativas, pero no sería inteligente promover algo que no deje escapatoria al adversario, más que aplastarla sea lo que sea. Como por ejemplo la eliminación brusca del sistema político, la destitución del Gobierno y elecciones libres, o una ley de partidos.
Partir de eso sería morir en la orilla mientras empujas apenas el bote al agua. Hay que promover leyes que de rechazarlas el Parlamento y el Gobierno, constituya una mancha pública demasiado grande, principalmente en el plano internacional, que es el que más les importa.
Es una estrategia de Ganar-Ganar por todos lados, porque los comunistas necesitan cambios que no tienen el valor de hacer. Y si les damos una buena justificación y los presionamos un poco, cederían tal vez y ganarían también junto a todo el pueblo. Y si no obtenemos ninguna victoria, siempre ganamos en otros aspectos: cultura cívica, unidad, madurez política de nuestro pueblo.
Claro que sería una batalla difícil. El Gobierno, aunque sea legal usar estas herramientas constitucionales, criminalizará todo acto en su ejercicio efectivo que los vulneran, lanzando todo su potencial represivo. Pero tampoco es imposible si hay perseverancia, se hace sin odios, con mesura y tan solo fomentando el civismo.
Es una batalla más fácil que la actual, que lidera EUA, de convencer a nuestro pueblo de que es un sacrificio soportable y necesario padecer indefinidamente hambre y necesidades crecientes hasta que el Gobierno ceda, un gobierno que se ceba de la presión y las adversidades inducidas por eso que ellos llaman “el imperio”.
Creo, además, que sería un gran error politizar cualquier iniciativa de promoción de leyes. Si pretendemos solamente cumplir la Constitución y ganar derechos para todos los cubanos, independientemente de la ideología, mejor enfocarlo como sociedad civil. Así sería más “cómodo” sumar a las personas que dependen del Estado y son víctimas del control social.
Si la Constitución dice que el carácter socialista es irrevocable, dejémoslo así. No hay por qué mencionar capitalismo ni socialismo al promover una ley. Los nombres al final son irrelevantes, lo importante son los derechos y las libertades que ganemos, y unos serán acicate de otros y así sucesivamente hasta “conquistar toda la justicia”, como quiso Martí. Y esta es solo una de muchas iniciativas que podríamos tener.
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