Grandes colas en la provincia de Holguín en medio de “la coyuntura”

Por Osmel Ramírez Álvarez

Se forman grandes colas cuando sacan a la venta algún producto básico.

HAVANA TIMES – La crisis “coyuntural” no le está haciendo ningún honor a su nombre y se prolonga como el mal sistémico que realmente es. Es que no basta un eufemismo hábilmente usado para cambiar la realidad; tampoco palabras de aliento que ofrezcan una expectativa de mejoría voluntarista, y por tanto falsa; mucho menos trasmitir con mensajes bien calculados la idea de un Gobierno diligente que trabaja duro.

Con solo mirar las largas colas por todo el país, tras eventuales ventas de algunos que otros productos de primera necesidad, queda en evidencia el calvario en que malvivimos.

“Sacaron pollo en la tienda tal” y comienza una red de llamadas por celulares que crece exponencialmente y en cuestión de media hora, gente de todos los rincones del municipio llegan en lo que sea (bicicletas, motorinas, motos, carretones, coches, a pie, lo que encuentren).

Los trabajadores se fugan del trabajo abandonando sus actividades; todo el mundo deja lo que está haciendo y sale en desbandada. Y enseguida hay centenares de personas esperando.

Hoy por el pollo, pero mañana puede ser por cualquier cosa, porque sacaron sal en el Mercado Ideal o llegó azúcar o salchicha. Llegan así, poco a poco. Rara vez hay dos o tres productos al mismo tiempo y se la pasa el pueblo corriendo sin haber transporte seguro, de cola en cola.

Un pueblo que invierte tanto tiempo en colas no puede ser eficiente. No hay economía que aguante eso. Son millones de horas-personas perdidas en comprar solamente, no en producir. Y es algo que generalmente se importa.

¡Imagínense!, los cubanos no podemos producir, ya que generalmente estamos esperando por algo y eso lleva tiempo, o no pueden gastar el poco dinero que tiene el país en comprar los aperos o la maquinaria o algunos insumos necesarios para producir, sino en el producto ya acabado, pues hay escasez y el sistema no es eficiente. Es un círculo vicioso y se retroalimenta del mismo problema que genera, para no acabar nunca mientras no se cambie el sistema que lo hace posible. Es un flagelo terrible.

Hay aglomeraciones mucho más lamentables incluso que las de por productos alimenticios: las de las farmacias. Llenas de viejetos en busca de sus pastillas de la presión, la diabetes, la circulación, o para una cardiopatía. Gente que ‘echó el hígado’ trabajando duro por el país y hoy su jubilación no le alcanza para comprar los alimentos de una semana y tienen que dar mil viajes a una farmacia, y hasta amanecer en una cola para aliviar los dolores de la vejez.

Viandas de venta en Mayarí.

Este sábado hicieron una feria en Mayarí, pero solo se veían unos pocos saquitos de vianda en algunos rincones del pueblo. Hasta para eso hubo largas esperas, porque cuestan unos pocos centavos más barato que en los puntos habituales de los cuentapropistas. Es una gran avidez por comprar alimentos, unos porque no tienen nada que comer y otros porque temen que se le acabe la reserva.

La gente estaba aglomerada en el Mercado Ideal a la expectativa de si vendían arroz y finalmente a las 10 de la mañana llegó un camión lleno de sacos y enseguida comenzaron a comercializarlo. Eran como 300 personas permanentemente, porque solo son dos pesas para atender a todo el mundo en el único sitio de venta de un municipio de 106 mil habitantes. Y llevan más de una semana sin tener arroz, que es un alimento básico para los cubanos. Esta era la segunda vez que en el mes de febrero vendían el demandado grano y ya el domingo no quedaba.

Es realmente una situación muy dura. La semana pasada yo mismo hice una cola para el pollo que sacaron de súbito en una shopping solamente y por pura casualidad iba pasando. Marqué y ya la cantidad de usuarios era inmensa. Eran las tres de la tarde y a las cinco cerraron. Me quedé sin comprar con cinco personas delante.

Pasé varios minutos para asimilar aquel fracaso, pues me quedé perplejo. Fue una pérdida de tiempo completamente. Al otro día no pude ir por el trabajo en mi sembrado de tabaco y supe que se acabó al medio día. No pude comprar y desde entonces no han vuelto a sacar ni pollo ni nada parecido que sea proteico.

Solo nos queda esperar, (y todo el que pueda también debe accionar), para ver en qué termina esto. No queda de otra que tener confianza en que este sacrificio que hace nuestro pueblo no será en vano, ahora atrapado entre el bloqueo interno (que sigue siendo la principal causa de nuestros problemas) y el recrudecimiento del embargo externo, que presiona al Gobierno hacia el cambio y la reconciliación nacional.

Ojalá más pronto que tarde las colas excesivas, junto a la represión, la miseria y el totalitarismo, sean tan solo un amargo recuerdo del pasado.

Se armó tremenda cola cuando sacaron jabón de venta en una tienda.

 

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