El dibujante de 23 y 12

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Parecía un caricaturista más, de esos que te cobran diez pesos o un cuc por un trabajo que muchas veces ni siquiera es bueno, y que terminan en pocos segundos. Mi primera reacción fue ignorarlo, y continuar la conversación que sostenía con unas amistades en el centro comercial de 23 y 12, en el Vedado.

Sin embargo, y casi por accidente, leí la oferta que decía “CARICATURAS POR TRES PESOS MONEDA NACIONAL”, y entonces me sentí conmovido. Me impresionaron su sencillez y su modestia.

Desde ese momento le presté mucha atención. Incluso estuve a punto de pedirle una caricatura, si no fuese porque ya he perdido la curiosidad de verme reflejado en ese tipo de soportes (fotos, pinturas o archivos de video).

Pero su impacto no recayó solo en mí. Enseguida tres jóvenes que compartían en la mesa adyacente reclamaron sus servicios. Él, despacioso pero dispuesto, se sentó y comenzó a trabajar.

Luego de algunos minutos me di cuenta de que no se trataba de simples caricaturas. El hombre era un artista que disfrutaba de su trabajo, un dibujante.

No se valía del plumón y la cartulina, materiales que simplifican el trabajo, sino de lápiz y papel. Dedicaba mucho esfuerzo y concentración. Bajo la punta de grafito iba naciendo una figura bastante parecida a la joven que le servía de modelo.

“Tiene que amar y respetar mucho su trabajo, no muestra prisa ni ambición. Viste de manera discreta y no ha pronunciado palabra desde que le vi llegar”, me dije a mí mismo.

Cuando terminó con su primera cliente se puso de pié y caminó hacia otro cliente que ya lo reclamaba. Entonces pude percibir que cojeaba de la pierna derecha. Evidentemente tenía un problema en la cadera. Su trabajo se hizo aún más meritorio.

Comencé a pensar en aquellos minusválidos y farsantes que viven de la caridad de la gente y los comparé con la dignidad de salir a ganarse los frijoles con eso que es lo único que se sabe hacer, por más inverosímil que parezca.

Alguien, de los que estaban conmigo aquella tarde, advirtió que el artista había permanecido en silencio porque no podía hablar. Algunos se compadecieron de él, pero en mi mente su imagen solo se hizo, una vez más, un poco más grande.

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