Navidades: antes y después

Por Miguel Arias Sánchez

HAVANA TIMES – En estos días conversaba con un amigo de la niñez y me fluían recuerdos de las fiestas de diciembre. Le comentaba que desde que empezaba el mes uno se ponía a soñar con el arbolito, las guirnaldas, Santa Claus, los reyes magos, en fin, ese mes nos cambiaba la vida.

A partir del día 15 se percibía en el ambiente la alegría de todos.

En el caso nuestro, éramos una familia pobre, como la mayoría de mis vecinos, pero en esos días las personas desbordaban solidaridad y amor, y la otra parte de la familia, con mejor economía, ayudaba a que todos pudiéramos celebrar las navidades.

Unos ponían el arbolito pequeño, otros más grande, siempre se adornaba con ilusión. Muchas personas pintaban sus casas y se estrenaban ropas nuevas para el primero de enero.

La unión familiar era total, había visitas a las distintas casas, intercambio de regalos. En las calles, las tiendas se adornaban con muchas luces y había cánticos navideños por doquier. Por las noches se veían las luces de bengala, disfraces de santa Claus, no había sitio que no tuviera algo alegórico a la fecha.

Los tiempos han cambiado, la vida evoluciona y lo que antes era de una forma, ahora ya no lo es.

Hoy, para mí, esas fechas ya no tienen nada que ver con aquellas otras, en las que se celebraba desde el nacimiento del niño Jesús hasta el Día de Reyes. Aquella ilusión, para bien o para mal, ya no está.

Y aunque el cubano, pese a interrupciones por motivos políticos, sigue manteniendo la tradición y se aferra a ella, ya no es igual. Muchas familias no están juntas, unos viven fuera del país y no todos tienen dinero para hacer el viaje de reencuentro.

Varias generaciones nacieron en la época en que eran prohibidas las festividades religiosas, por lo tanto, no se entusiasman por ellas.

La situación de escasez nos hace más difícil obtener algunos productos que se utilizan en estos días y, cuando lo pensamos bien, hay otras cosas más importantes que garantizar para subsistir. Todo esto ha ido menguando el interés y el embullo por aquellas fiestas.

Sea como sea, estamos aquí gracias a Dios, en salud, que es lo principal y aunque no existe el mismo espíritu, hay algunas casas engalanadas, con arbolitos, decoraciones de navidad, mensajes de felicidad por el nuevo año, y seguramente el 6 de enero habrá regalos para muchos niños.

Eso nos indica que, aunque los tiempos cambian, hay cosas que se trasmiten de abuelos a nietos, de padres a hijos. Y cada uno lo sigue a su manera, como pueda.

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