Diferencia entre una heladería estatal y una particular

Miguel Arias Sánchez

HAVANA TIMES — Nuestro país sufre un verano intenso y sofocante. Por ello, la inmensa mayoría de los cubanos, para no ser absolutos, son fans al helado; van solos o con la familia a Coppelia y otras cremerías a disfrutarlo. En la capital hay muchos lugares donde se brinda ese servicio.

Después de los cambios y autorización por el Gobierno cubano de nuevas formas de negocios, surgieron entonces los particulares en disímiles actividades, entre ellas, las heladerías o cremerías.

Cuando el Estado construye, remoza y abre un nuevo local para la venta, en este caso de helados, podemos observar que al principio todo comienza bien: belleza del lugar, variados sabores, empleados uniformados y excelente trato. Así ocurre también cuando lo acondiciona y lo abre un particular. ¿Qué sucede entonces?

Por supuesto que empezamos a ir a una cremería estatal, pues los precios son más asequibles al bolsillo de los cubanos.

Con el trascurso de los días, empezamos a notar como el producto se empieza a acabar más temprano, no cubre el horario del lugar, los sabores escasean, el trato de los empleados ya no es el mismo tampoco y finalmente: o no hay helado o no llegó la cantidad esperada o hay un solo sabor… hasta que ya la entidad deja de ser lo que fue cuando se inauguró o abrió.

La del particular se mantiene como al principio, pueden ser mejores o no que la estatal pero la moraleja de esa diferencia es importante.

El Estado coloca al frente de sus locales a administradores que cobran un salario que no es el más idóneo y su preocupación será cómo incrementarlo, por lo que no existe el interés y la responsabilidad debida y además no hay suficiente control.

Es común ver las tinas de helados vendiéndose por cantidades, por la parte de atrás o al costado de la cremería, afectando con esto el buen servicio y la calidad de la heladería. Al final, el consumidor opta por ir a la del particular, pues aunque es más cara, es cierto, en ella encuentra lo que no pudo lograr en la oficial.

Según se ha expresado en muchas ocasiones por los propios dirigentes del Gobierno, del capitalismo hay que tomar lo positivo, lo bueno.

Pues se pudiera tomar, por ejemplo, el control eficiente y responsable de la actividad, la calidad en los productos, el respeto a las personas que buscan ese servicio y merecen recibirlo de una forma óptima. Si esto se lograra algún día en este país, no habrá diferencia entre una y otra cremería. A cualquiera donde asista un ciudadano, según sus posibilidades, se sentirá a gusto y agradecido de haberla visitado.

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