Horarios invertidos

Mercedes González Amade

HAVANA TIMES — Tengo un adolescente de quince años que cursaba el 9no grado, una edad complicada en la que las prioridades varían con mucha frecuencia. Mi loquito, por suerte, quiere seguir estudiando.

Su lado fuerte siempre han sido las letras; las ciencias son una auténtica tortura para él. Ya he contado aquívsobre la escasez de profesores en la Enseñanza Media, y de la poca calidad de los que quedan en las aulas.

La secundaria de Carlitos no es la excepción. El año pasado, empezó bien el curso, como aseguró la ministra, y a los cuatro meses ya noveno grado no tenía maestros de Física ni de Matemáticas. Al final del curso se incorporó uno que trató, pero no pudo recuperar el tiempo perdido.

La cantidad de suspensos fue horripilante: casi el 90% del alumnado, mi hijo entre ellos. Conversando con otros padres y profesores supe que el problema tuvo alcance nacional.

Desde mi modesto punto de vista, como madre, el problema no es solo la ausencia de maestros, sino también el contenido que se está impartiendo o la metodología. No soy la más indicada para criticar el sistema de educación, pero es obvio que algo grave está pasando, porque es inaudito que tantos alumnos desaprueben.

Los muchachos tienen el horario invertido: van a la escuela a recrearse (de acuerdo con el escándalo que uno siempre escucha en las aulas) y se toman el estudio en serio en el horario extra-clases, repasando –y a veces viendo el contenido por primera vez- con profesores particulares. No solo los estudiantes, los repasadores ponen más interés que los maestros asignados por el Estado.

En casa pasamos un buen susto, mi hijo llevó varias asignaturas a extraordinario, pero al final logró pasar de grado.

Pensando en todo lo anterior me anda rondando una pregunta: ¿Qué haremos los  padres? Lo primero que me viene a la cabeza es contratar al mismo repasador para el curso que empieza. La angustia que vivimos no puede repetirse.