La crueldad del sistema judicial cubano

Lynn Cruz

HAVANA TIMES – Cuba es un país peculiar por así expresarlo. La Isla del Caribe donde se llevó a cabo, al decir de muchos, una de las revoluciones más radicales del mundo.

A casi sesenta años del suceso, y tras haber sido una virtual provincia de la antigua Unión Soviética, no se puede hablar hoy de un sistema socialista, como tampoco capitalista.

La definición sería lo más cercano al feudalismo. Tal vez porque nunca ha existido democracia en Cuba, solo gobiernos que coqueteaban con esas ideas, la oscuridad se refleje principalmente en su sistema judicial.

Todo el que ha seguido la noticia relacionada al científico Ariel Ruiz Urquiola, deberá saber que, tras un juicio evidentemente amañado, fue condenado a un año de prisión.

Su hermana Omara, cuenta con todas las pruebas en un video que grabó Ariel del momento de su detención. Basta con mirarlo para desmentir punto por punto las falsas acusaciones.

Sin embargo, la apelación de la sentencia solo ratificó su condena. ¿Habrá acto más cruel que ese documento inquisitorio?

Frente a tanta injusticia, Ariel inició una huelga de hambre y sed. Está ejerciendo su último derecho: “La protesta”.

La huelga de hambre ha resultado la salida final a las injusticias. Así pasó con Guillermo Fariñas, y el más penoso caso del desaparecido Orlando Zapata.

O sea, desde la mayor frialdad el gobierno conspira con los fiscales, jueces y abogados. Todos firman documentos y aprueban las inmoralidades.

Como si no bastara a ello se le suma el personal de salud pública, que atiende a los reclusos en las salas de penales, que para ellos existen en los hospitales.

A estas alturas, quién no entenderá la injusticia cometida contra Ariel luego de que su hermana, devenida en misionera de la cruzada por la libertad de su hermano, esté realizando una visita cada dos días al hospital aun cuando no la dejan entrar.

Es preciso aclarar, que ningún oficial se comunicó con Omara para expresarle que su hermano se encontraba realizando una huelga, fue un recluso quien la llamó por teléfono.

Estos hermanos no son ni héroe ni heroína, son santos. Tienen que expurgar la culpa de los revolucionarios con minúscula frente al colapso del sistema de justicia social.

Imagino que los inquisidores del gobierno le pregunten a los médicos cuánto tiempo más soportará el paciente en huelga de hambre y sed, sin morirse (en el mejor de los casos, tratándose de Ariel) y así alargarán su tortura para terminar con sus fuerzas y devolverlo a la sociedad convertido en un zombi.

El gobierno cubano no calcula el daño moral que estas decisiones conllevan. Y si lo hace, pues entonces es mucho peor. Ya la oposición ha dado mártires, Osvaldo Payá, Laura Pollán, el propio Zapata, y la lista seguirá creciendo. Ariel Ruiz Urquiola, ha sido convertido en un prisionero político, por el solo hecho de mostrar su autonomía no solo económica sino también moral y política.