Lynn Cruz
Adorador del dinero, alardoso, vulgar, superficial, narcisista, nacionalista, ese tipo humano cree que es el dueño de la verdad y que su país es el ombligo del mundo. Por supuesto, Trump no está solo en el poder. En la Casa Blanca hay un grupo de asesores que lo acompaña en la aventura sensacionalista que constituye para él ser presidente.
Domina muy bien los medios, no es en vano que “alertó a su pueblo diciendo que no debían creerle a la prensa”. Los cubanos con 60 años bajo un régimen totalitario entienden muy bien el contenido de ese mensaje, lo que enmascara Trump es su deseo oculto de que le crean solo a él. Conoce la parcialización de muchos medios que responden a sus donantes o patrocinadores. Ante esa verdad, siembra aún más la duda, para poder maquillar sus medidas impopulares y continuar rumbo a la dominación absoluta del pueblo estadounidense.
Debido al escenario político de potencias como China y Rusia, me inclino a pensar que desde la Casa Blanca se persigue extender lo más posible el mandato de Donald Trump. Al parecer, están mirando con recelo el modelo de Xi Jinping y Putin. Si quieres vencer a tu enemigo adáptate a él. Esa frase, si mal no recuerdo, proviene precisamente de la sabiduría asiática. Trump ha llegado como el candidato perfecto.
El eslogan de su política: Make América Great Again, es el ejemplo tácito de la voluntad totalitaria. Y es que se está apropiando del deseo de las masas. Sobre ellas trabaja su política.
En La Ópera de los Tres Centavos, de Bertold Brecht, analiza cómo el imperialismo no es generoso ni siquiera con su propia gente. Durante mi primera visita a los Estados Unidos recuerdo que me impactó mucho ver a personas de más de 60 años trabajando en el aeropuerto. Las horas de pie, los retrasos de los vuelos, que extienden su jornada laboral, fueron algunas de las preguntas que me hice. Tal vez como se fue mi avión rumbo a Los Ángeles, y pasé la noche en el aeropuerto, tuve tiempo para pensar en esos pequeños detalles, que revelan mucho.
En Cuba el totalitarismo entró por la conga. Todo el horror acontecía mientras se celebraban fiestas populares. Fusilamientos, encarcelamientos injustos. La mejor manera entonces de describir el ugly Cuban es a través de la música. Los raperos Maykel Obsorbo y Pupito cumplen condenas injustas por rebelarse contra el Decreto Ley 349. Esa disposición pretende convertir el arte independiente en un delito. Los temas de los raperos casi siempre son contestarios, críticos, por tanto, sobreviven en los márgenes. Como Maykel y Pupito transgredieron la crítica de sus canciones, y gritaron: “Abajo el Decreto 349”, durante un concierto en un espacio alternativo (pero de la oficialidad), el Gobierno intervino y los condenó a prisión de manera arbitraria.
Sin embargo, la mayor parte de los reguetoneros son los máximos exponentes de la vulgaridad, choteo, chabacanería, promueven la sociedad de consumo, y son irresponsables ante la realidad represiva que viven sus colegas y gran parte del pueblo cubano.
No he visto a ninguno manifestarse por la libertad de Maykel o de Pupito. Como no critican al poder, son el nuevo modelo de éxito dentro de la sociedad cubana. En sus videos clip resalta la frivolidad y el desapego. Abanderados del sexismo y el machismo, ambas características de ese tipo de ugly. El exceso, el mal gusto, y la doble moral los distinguen.
La alerta en este caso sería el rumbo que toma la sociedad cubana, teniendo en cuenta que ellos representan, también, los nuevos deseos ocultos del pueblo, dentro de una sociedad que apenas comienza a salir de un totalitarismo, y según los vientos que provienen de las grandes potencias ¿se adentra en otro que deja fuera de la ecuación las aspiraciones de mejoramiento humano?
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