Por Luis Miguel del Bahía
HAVANA TIMES — Parece que miremos por donde miremos todo termina en oscuridad, muerte y desolación.
Hay todo un movimiento llamado ecologismo, preocupado por el futuro de nuestra Gaya y la biodiversidad que la habita; por otro lado, unos positivistas tecno-fanáticos seguros de la singularidad tecnológica.
¿Importa realmente si morimos hoy, mañana o dentro de 10 años? Cuando el fin es inexorablemente ese.
Pensemos en lo que se dice desde las diferentes disciplinas científicas.
Desde la física nos anuncia un desmembramiento de todo lo que existe quedando solo la gravedad y algunas partículas elementales. Desde las ciencias de la tierra un agotamiento de los recursos y una destrucción de aquello que los produce. Desde la astrofísica un sol que en alrededor cinco mil millones de años o bien casi se apagara o hará una súper nova que barrerá media galaxia.
Para qué mencionar a los filósofos existencialistas que casi nos alcanza la cicuta lista para beber. Dicho esto, ¿Cuál debe ser la tarea del hombre frente a este universo tan loco?
Lo que quiero resaltar es que no hay esperanza alguna frente al inevitable final de todo. La pregunta es ¿Cómo surge el sentido y la importancia frente a esa gran banalidad que caracteriza nuestro entorno?, entorno en el más alto sentido.
Lo concreto dirían algunos, pero yo todavía no me lo trago.
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