Mi diaria pesadilla

Kabir Vega Castellanos

Cola del P-11 en el Vedado.

HAVANA TIMES — Para asistir a mi curso de inglés desde Alamar al Vedado, en mi diabólica rutina de transporte veo lo que ya llamo: “la batalla por el P-11”.

La cola es siempre tan abrumadora que cuando llega el codiciado vehículo, los que están de últimos se ponen a ambos lados de la fila en descarada disposición de colarse. Ya no se puede decir “la juventud está perdida”, desgraciadamente habría que decir “el pueblo de Cuba está perdido”.

Desde hombres corpulentos o ancianitos enclenques, hasta impedidos físicos que son unas fieras a la hora de defender su asiento, que no entiendo cuál es la ansiedad porque están señalados.

La mayoría de las veces el chofer, sin ganas de lidiar con la barbarie, cierra la puerta y arranca con un racimo de gente colgando. Los que se quedan protestan inútilmente, la cola está irremediablemente rota y con la próxima guagua el “sálvese quien pueda” será peor.

Cuando la cola de los sentados es tan desastrosa, al llegar a la de los de pie el vehículo ya está lleno. Esto le quita completamente el sentido a una cola que originalmente es para los que tienen más prisa y no están dispuestos a esperar. Como consecuencia, el público muchas veces no sabe ni dónde ponerse.

En un intento de aliviar la situación han colocado inspectores, pero no son suficientes para contener el caos. A la hora pico (desde las tres de la tarde), la gente como que enloquece por llegar a sus casas y hasta dentro de la guagua temen que se les pase la parada, empujan, se maltratan más unos a otros.

En una ocasión yo viajaba con mis padres y al acercarnos a la puerta para bajarnos una señora que iba detrás empujaba a mi madre para bajarse primero, mi madre le dijo: “No se preocupe, nosotros también nos bajamos”, pero ella insistía y empujaba con tanta fuerza que mi madre le preguntó: “Pero señora, ¿cuál es la diferencia de bajarse antes que yo? Y la mujer casi gritó: “Es que yo estoy operada”.

Ver para creer. He visto ancianos con bastón que cuando entran a la guagua caminan mejor que yo.

Voy de lunes a viernes a mi curso de inglés, me toca fajarme con el P-11 diez veces por semana. De ellas por lo menos soy testigo de seis tumultos y coladeras donde la falta de respeto es lo menos grave.

Irónicamente me voy adaptando.

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