¿Pescadores en la arena?

Por Jorge Milanés

Un dia en la playa al este de La Habana. Foto: Esther Zoza

HAVANA TIMES — Hace tiempo no voy a la playa, pero hoy decido ir a Santa María del Mar, ubicada al este de La Habana, invitado por los amigos David, Javier y Daniel, quienes ya están hospedados en Villa Coral.

Acuerdo llegar temprano; hay pocas personas, y es relativamente fácil encontrar donde resguardarnos.

“Siempre que venimos la idea es desestresarnos y pasar un rato agradable”, nos dice David. “Pero hay que tener cuidado, porque aquí son frecuente los robos. Tenemos que encontrar un sitio con un ángulo visual que nos permita vigilar. En ocasiones todos vamos al agua, nos entretenemos y olvidamos las pertenencias” concluye, mientras llevamos caminando por la arena alrededor de 20 minutos en busca de ese lugar.

“Te imaginas llegar a casa desnudo”, agrega Daniel en tono jocoso. “Una vez me robaron y tuve que llegar a La Habana en trusa. Esperé a que fuera de noche para que me recogiera un carro, por suerte, era un amigo que me llevó hasta la casa. La cosa fue tremenda”, contó Daniel.

Al fin encontramos la “guarida”, nuestro refugio para el disfrute playero en la ladera de una pequeña elevación de arena con algunas dumas y unos arbustos en la sima que nos protegen del sol, eso sí, tuvimos en cuenta la cuestión de los posibles truenos, para quitarnos de debajo en caso necesario. Ponemos nuestras toallas, pullovers, gorras, etc. y nos turnamos para ir al agua.

Más arriba, cerca de los arbustos se ubica una familia que trae un verdadero establecimiento: mochilas, ollas con comida, neveras, móviles, toallas y la alegría de pasarla bien.

Ya es medio día, empieza el estómago a avisar y es necesario un acuerdo; “yo cuido las cosas mientras ellos van a almorzar y me traen algo”.

El hambre y la demora siguen siendo mis enemigos, en tanto los audífonos forman parte de mi entretenimiento.

Minutos más tarde decido bajar a la orilla y sentarme en un ángulo desde donde puedo ver a distancia todo el lugar; nuestras pertenencias, la de los vecinos y otras, pero me llama la atención los arbustos, se mueven y no hay brisa.

Un joven casualmente pasa por la arena observando la situación, se detiene, y me dice que, si observo bien entre los arbustos, puedo ver un sujeto con una vara que trata de jalar una mochila. No es de nosotros, pero de inmediato paso la alarma a los dueños que desde el agua también logran ver al “pescador de mochilas”.

El más joven y delgado de la familia sale corriendo del agua como una gacela, pero el ladrón desaparece como por arte de magia sin lograr su objetivo.

!En estas playas hay policías¡. ¿Será? ¿A qué se dedican? Los ladrones han aprendido a burlarlos.

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