Ofrenda a los orishas

Jorge Milanes

Es tradición en Cuba hacer ofrendas a los orishas. Hace mucho tiempo se utiliza esta forma para estar en armonía con los dioses afro-cubanos.

Pero desde que nací no había visto tantas ofrendas en ceibas y palmas reales por los parques de la ciudad: lo mismo puede encontrarse calabaza, racimos de plátanos y guayabas, que cabezas de chivos, aves, pero nunca de puerco.

“Parece que no existen otros lugares donde “los adoradores” puedan poner su creencias; los parques están llenos de ofrendas y maleficios”, le comentaba a Juan Carlos, un amigo mío, que practica la religión yoruba.

“¿Porqué dices eso?”, me preguntó con dudas.

“No veo bien esas cosas, lejos de limpiarnos nos ensucian. Como una persona se va a hacer una limpieza para luego depositarla en un parque donde tal vez tus hijos juegan, o simplemente el mal olor de la descomposición da una energía negativa generalizada. Sé que tú no tienes la culpa de esto. —le comenté para provocarlo—. Tú eres de esas personas que lleva la religión con toda ética y estética, te he visto trabajar, pero quiero saber su opinión.”

Con mucha pasión, Juan Carlos me contestó:

“Mi hermano, usted tiene toda la razón. Yo practico la religión yoruba, pero hay que tener mayor conciencia de esas cosas. Se puede hacer el bien por un lado, pero si no sabes, puede revertirse.

“Hay ocasiones que las personas se limpian el cuerpo con un amasijo de ramas y lo tiran en cualquier esquina, incluso, por donde tienen que pasar ellos mismos. Entonces vuelven a recoger lo que se quitaron.

“Sucede igual cuando se depositan esas ofrendas en los parques, además de otras consecuencias que ya conoces.”

Yo estaba de acuerdo con mi amigo, porque las personas tienen que madurar. Claro está que los orishas no te dicen que tales despojos se echen en un parque.