Mango: ¿que será lo que tiene el mensajero?

Jorge Milanés

HAVANA TIMES – Mango es un hombre fuerte, de noble naturaleza y rostro afable. Tiene 78 años pero su constitución física le permite hacer el duro trabajo de mensajero, un oficio que consiste en llevar las compras del mercado a las famlias que lo contratan.

La mensajeria por cuenta propia, en este caso traslandando balitas de gas, es su modo de vida desde el año 1994, cuando sorpresivamente su pareja, Rómulo, lo abandonó y se fue en balsa para los Estados Unidos.

Desde entonces, todas las mañanas agarra su carretilla y anda por el barrio en busca de las balitas de sus clientes, entre ellas la mía, cuando me toca. Pero ayer a Mango no se le vió, y los vecinos comenzaron a murmurar, pues no es usual que falte a su trabajo. Como yo necesitaba de sus servicios, decidí llegarme hasta su casa.

“Me siento abrumado, —me dijo luego de recibirme, mientras le observaba detalladamente el rostro inconforme—. No es por el trabajo que hago, si no porque de vez en cuando tengo nostalgia de Rómulo”.

Como lo conozco bien, sabía que además de echar de menos a su ex pareja, algo más le ocurría. Entonces insití y él terminó levantándose la camiseta con dificultad para mostrarme su pecho lesionado. Había sido víctima de una cuadrilla de jóvenes que pretendían robarle.

“Hace dos noches entraron por el patio del vecino y llegaron hasta esta terraza. Me vi en la obligación de agarrar una cabilla para neutralizarlos en medio de la oscuridad, pero uno de ellos logró acercarse demasiado y me agredió —dice señalando las marcas—, aunque no pudo conmigo. Entonces brincaron la reja y corrieron calle abajo. No les pude ver la cara”.

Mango dijo haber ido al policlínico y de regreso pasado a dar parte a la policía. “En el barrio nadie tiene conocimiento de lo sucedido, solo tú ahora”, agregó.

Este anciano, que dice hacer honor a su nombre (en Cuba se les llama “mangos” a las personas hermosas), espera a que la policía pueda resolver la situación, pues asegura que la próxima vez no les va a dar tregua a los asaltantes.

Los asaltos o robos se hacen cada día más frecuentes en Cuba, donde décadas atrás era muy raro escuchar sobre este tipo de actos delictivos. Pero cuando la crisis económica se convierte en crisis de valores, los jóvenes son los primeros en caer, y pasan cosas como esta. Uno siente que no está seguro ni en su casa.

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