Las bebidas están calientes: así te tratan en las cafeterías estatales

Por Jorge Milanés

HAVANA TIMES – Caminar por las calles de La Habana e intentar comprar algún refresco o cerveza debería ser algo muy sencillo y natural. Después de una larga caminata bajo un sol intenso, se impone ir en busca de un refresco, una cerveza, un pomo de agua u otro refrigerio en alguna de las cafeterías que existen.

Para evitar los altos costos que actualmente tienen dichas bebidas, algunas de ellas incluso en pesos convertibles, con frecuencia llevo en mi bolso un pomo con agua, solo que esta vez lo olvidé.  

He caminado bastante y hace mucho calor, el agotamiento da la señal: debo hidratarme y calmar mi sed. Muy cerca hay una cafetería estatal. Me acerco.

“Señorita, ¿tiene refresco o cerveza?” le digo.

“Sí, pero todo está caliente,” contesta sin mirarme.

Miro en derredor. Busco alguna otra opción y a mi espalda encuentro otra cafetería, también estatal, pero la suerte parece no acompañarme hoy. Aquí también están calientes.

“En estas cafeterías todo lo tienen caliente, o no hay,” digo en alta voz, haciendo catarsis y un poco para que me oigan los dependientes, y todo el que pase por los alrededores.

La gente me mira como si yo no viviera en Cuba, como si yo tuviera que saber cómo son las cosas aquí. Tengo que mimetizarme y dejar de protestar, o eso parece.

La cajera me escucha y termina por sugerirme que vaya a donde hay agua, malta, cerveza y refrescos fríos, allá en la cafetería de la esquina.

Avanzo hasta el lugar como me permiten mis piernas agotadas, casi jadeante, en tanto voy tratando de crear un escenario positivo: “Habrá refrescos, fríos y a buen precio”, me digo.

Llego al lugar en cuestión y escucho una voz femenina que pregunta:

“¿Qué desea señor?”.

En la nevera veo pomos con agua, cervezas, refrescos y otros refrigerios, a un precio más alto, pero hay.

Notable es la diferencia desde la inmediata y amable pregunta, seguida por las ofertas. Es una cafetería cuentapropista (privada).

Los dueños de estos negocios por cuenta propia compran los refrigerios en cualquiera de los establecimientos del Estado y luego los revenden. En el caso de los refrescos vendidos por el Estado tienen un precio de 50 ctvs. en CUC.  Al ser comprados y revendidos por los cuentapropistas, el precio es de 18 pesos (equivalente a unos 70 ctvs. en CUC) o incluso más.

A este proceso comercial la gente le llama “venta por la izquierda”. Aunque en realidad el Estado la autoriza e incluso recientemente estableció un tope para ese tipo de productos. No obstante, las cafeterías estatales se convierten o hacen la función de mercados mayoristas, vendiendo en grandes cantidades las mercancías a los particulares.

Esto hace que se eleven los precios. Y que la gente sedienta como yo se decepcione cada vez que llega a un establecimiento y escucha la palabra: “Caliente”. Esto también hace totalmente irrentables a las cafeterías estatales, con gastronómicos que cobran un salario solo por maltratar a la población.

Y mientras, no existen o escasean las ofertas mayoristas para los emprendedores.

Pero yo, antes de intentar arreglar el país, me contento con, al menos, poder calmar mi sed.    

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