HAVANA TIMES – Dos semanas antes del Primero de Mayo ya se miraba movimientos en los alrededores de la Plaza de la Revolución para los preparativos por el Día de los Trabajadores. Ensaya la orquesta, se prepara el audio, se pintan las vallas, se colocan carteles.
Gran cantidad de personas vienen diariamente al Teatro Nacional, frente a la Plaza, para trabajar en la organización de la marcha por el día de los trabajadores, pero son militares. Veo a muchos oficiales del MININT, y junto a ellos muchos jóvenes de civil subordinados.
Es el aparato represivo de la isla el encargado de “asesorar y apoyar”, a la obediente y servil Central de Trabajadores de Cuba (CTC). La presencia del MININT en total armonía con el Sindicato, da fe de la farsa que siempre ha sido este desfile.
Por eso, para este primero de mayo, estas son mis exigencias como trabajador:
Disolver la actual Central de Trabajadores de Cuba. Es preciso descentralizar, y crear sindicatos reales y de afiliación voluntaria, sin que nadie ejerza presión para que los trabajadores integren estas asociaciones. En la actualidad la membresía es nominalmente voluntaria, pero la no integración tiene costos que he sufrido en carne propia.
Total libertad de pensamiento y expresión para los trabajadores.
Derecho real a acceder y permanecer en un puesto laboral sin importar su posición política (derecho borrado de la actual ley).
No es posible que empleador y empleado pertenezcan a un mismo sindicato, un absurdo total que ocurre hoy en la isla.
Los trabajadores deben poder decidir en sus empresas, así como tener acceso total al estado de cuentas de estas.
Permitir la creación de cooperativas reales, autónomas.
El beneficio económico obtenido del trabajo debe ser suficiente para la vida decorosa del trabajador y su familia. No se debe permitir que el Estado continúe robando el salario a los trabajadores, como sucede en la Zona Franca del Mariel.
Hacer desaparecer el empleo asalariado, el cual además es miserable para la inmensa masa de trabajadores, mientras determinadas élites disfrutan de privilegios. Deben desaparecer estos privilegios para militares, dirigentes y funcionarios.
Debe legalizarse el derecho a la huelga.
El trabajo debe ser un derecho de cada individuo, lo cual fue eliminado del actual Código.
No se puede permitir que un trabajador no estatal solo tenga derecho a siete días de vacaciones al año, no se debe legalizar aún más la explotación laboral socialista.
Las misiones y viajes al extranjero no pueden ser utilizados como presión a los trabajadores.
La jubilación debe ser suficiente para la subsistencia de los trabajadores retirados. No debemos seguir viendo personas mayores viviendo en la miseria o revisando latones de basura para recoger latas, para luego venderlas y poder comer.
Debe reducirse la edad de jubilación y la duración de la jornada laboral. No debemos permitir que se nos exija producir más para mejorar. Ya hemos producido y soportado suficiente.
No se puede permitir que los dirigentes tanto administrativos como sindicales culpen a la clase obrera del fracaso y el desastre del país. El desastre es sobre todo por ineficacia en la gestión del Estado, que por demás no debería existir ni en Cuba ni en ningún lugar del mundo, pues siempre ha sido y será el enemigo número uno del pueblo.
Cuando logremos eso, quizás algunos puedan celebrar; pero no todos: siempre quedarán cosas por lograr. La libertad nunca será suficiente.
