Tardes con la señora X

Foto: Ernesto González

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – A veces una tiene que escoger con quien compartir tiempo útil. En medio de un limbo existencial, que lo único que hace es desgarrarnos de a poco y quitarnos las esperanzas mínimas.

La señora X me proporciona buenos momentos. A ella la conozco hace años, pues es la madre de un muchacho que emigró, con quien sostuve un breve romance. Aunque yo estaba casada, y mi hijo tenía solo tres meses de vida.

Con este muchacho, al principio, hablábamos de cosas triviales. Luego tuvimos intimidad. Sin embargo, nunca nos enamoramos. Al final, quedamos como amigos.

Las últimas veces que lo vi, fue bañándose en la costa con una muchacha que estaba embarazada. Luego me enteré que se habían casado y se fueron para los Estados Unidos.

A su madre la veía por la calle y la saludaba. Pero un día me comentó de los artículos que escribo y también le ofrecí regalarle dos de mis libros publicados. Quedamos en que se los llevaría, y empezamos a vernos algunas tardes.

Siempre me invita a tomar café y hablamos. Por otro lado, tiene un apartamento muy bonito, donde reina la tranquilidad, y todo está en su sitio. El verdor de las plantas en sus macetas trasmite energía, vibras positivas.

Las pláticas con la señora X alivian el vacío y la desesperanza. No solo porque es una mujer de alto nivel intelectual, graduada de arquitectura y ex profesora universitaria; sino porque no teme decir sus puntos de vista.

Cuando nos comunicamos no hay telones de fondo ni falsedades, las palabras fluyen de manera natural. Incluso me ha contado sobre su etapa de estudiante y los esfuerzos para terminar su carrera. Pues vivía en un pueblito alejado de la ciudad y debía hacer viajes diarios para asistir a su facultad.

Eso lo hace una persona centrada en sus objetivos y con luz larga. Claro que, en los años setenta el transporte era regular, y los ómnibus venían uno detrás de otro.

De vez en cuando, sale a colación la situación general, las miserias cotidianas, la pérdida de valores, la crisis; lo que lentamente se desmorona. De cómo el éxodo nos ha privado de artistas y personas importantes en la cultura. 

Mas luego, dejamos eso atrás, y pasamos a cosas que nos elevan espiritualmente, a eventos que nos marcan.

Nunca me aburro en su compañía, tiene múltiples vivencias. Y las narra bellamente. Me encanta la de su estancia en New York, cuando estuvo en Manhattan y Brooklyn.

Aquellas caminatas por la Fifth Avenue, Times Square. Las visitas a varios museos, como el MOMA, el Guggenheim, y el MET, donde se deslumbró con el arte de los pintores Claude Monet, Jackson Pollock ,Van Gogh, y tantos otros.

Por cierto, me dice que no es complicado orientarse en NY. Nadie se pierde, porque hay señalizaciones en todos lados.

Confieso que sueño con ir a esta ciudad algún día. Pero solo puedo vivirla cuando veo un filme de Woody Allen; o cuando vuelvo a disfrutar de Sex and the City.

Espero seguir con nuestra amistad. Siento que la barrera generacional no es un estorbo. Tenemos tanto en común; además, las dos amamos la literatura.

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