Publicaciones y esperas

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Para los cubanos que vivimos en la isla, resulta difícil obtener cualquier cosa. Por lo menos a mí, me cuesta el doble de trabajo.

No creo que sea por las altas metas que me impongo, sino porque todo está diseñado de manera incorrecta.

Eso pasa mucho con la literatura. Para la mayoría de la gente no es un trabajo. Escribir es un hobby. Hay escritores que tienen que ganarse la vida como profesores. A otros no les queda más remedio que incursionar en el periodismo.

En estos momentos, existe la auto-publicación. Un amigo me ha sugerido unos cuantos sitios donde se publican libros y las regalías no son desdeñables.

Pero en dichas publicaciones, los libros carecen del ISBN. Son unos trece dígitos que se usan para identificar a cada libro publicado. Se utiliza también para identificar al titular, edición y formato. También para llevar el control de existencias en compras y pedidos.

Pienso que la gente cada día consume menos literatura; y pierden el tiempo dejándose enredar en plataformas como Facebook, Instagram, y otras. En estos sitios lo que más abunda es lo superficial. Aunque en Instagram he encontrado videos con ejercicios y consejos para la salud.

En Cuba, Facebook se usa para hacer catarsis y denuncias públicas. Eso lo veo positivo. Lo malo es que también puedes estar sujeto a que te embauquen con mentiras. Entonces te dejas llevar por el pensamiento colectivo, sin reflexionar. Es el máximo daño de las redes sociales.

Desde hace años, he tenido pruebas, y esperas largas. Cuando me publicaron el primer libro de poesía, debí aguardar tres años para su publicación. Iba una vez a la semana a la editorial Extramuros para hablar con el jefe de redacción. Hasta un amigo escritor tuvo que hablar con la directora. Me lo habían traspapelado, y tuve que llevar nuevamente el manuscrito.

Con el segundo igual, una lucha constante. Menos el tercero, que esperé solo un año.

Recientemente, salió el cuarto, en la Editorial Primigenios, radicada en Miami. Aunque aún no he visto un centavo. Se supone que debo pagar el costo, y posteriormente tendré las regalías que corresponden a un autor.

Sin embargo, antes hice gestiones, envié el libro a concursos. Luego fui a la editorial Unión a ver si podían publicarlo. El director me confesó que tenían problemas, un atraso de más de tres años con autores premiados en concursos.

Es la historia sin fin: carecen de insumos, principalmente, papel. Siempre las editoriales estatales han sido subvencionadas por el estado. ¿Qué ocurriría si permitieran el negocio de las editoriales privadas?

No sé como harán la próxima Feria del Libro en La Habana. ¿La gente interesada en comprar libros tendrá que llevar su driver para que se los copien?

Ahora proponen las publicaciones digitales. La UNEAC lo avala como alternativa; tanto para los escritores en ciernes, como para los consagrados. Y yo me pregunto, ¿por qué para otras cosas si hay papel?

Veo asiduamente, como botan montones bolsas de papel que provienen de la Corporación CIMEX.

Estas bolsas contienen documentos que le han dado de baja, supongo. Los he leído, incluso. Los buzos se la pasan rompiendo las bolsas; entonces el viento arrastra los papeles por la acera y la calle.

O sea, para esta institución si hay papel, que más tarde terminará en la basura. No entiendo nada.

Lea más del diario de Irina Pino aquí en Havana Times.

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