Nido de Mantis: otra película cubana inútil

Irina Pino

De la pelicula Nido de Mantis.

HAVANA TIMES – Cuando fui al cine Chaplin a ver Nido de Mantis, la última película del director Arturo Soto (Amor Vertical, La noche de los inocentes, Boccaccerías habaneras), no tenía ninguna expectativa de que fuera especial. Después de terminado el largometraje me percaté de que es otra de tantas producciones inútiles dentro de la cinematografía cubana.

Rodada en La Habana y en un pueblo de campo, nos cuenta de una trilogía amorosa entre una guajirita y dos hombres. Uno de ellos es el hijo del administrador del ingenio, y el otro un chico pobre. Transcurre desde 1950 hasta 1994, durante la crisis de los balseros y el gran éxodo.

Comienza con la develación de un triple crimen: tres muertos, dos hombres y una mujer tirados en una cama presentan signos de disparos hechos con una escopeta.

Narrada desde el punto de vista policíaco, la trama pareciera que fuera por esa línea, con la acostumbrada investigación policial, en este caso, la realiza un fiscal asignado al caso, y una joven abogada recién graduada.

Luego la cinta se lanza por los vericuetos de contar la azarosa historia de amor entre los tres protagónicos: La muchacha misteriosa, el burgués y el brigadista.

El personaje del burgués es un guiño a Sergio, el héroe de la película Memorias del Subdesarrollo, de Tomás Gutierrez Alea (Titón); el tipo que renunció a dejar su país y se quedó vegetando y viviendo de sus rentas en un apartamento elegante en La Habana. Un crítico mordaz de la Revolución y los cambios que se desarrollaron después de 1959.

Aquí solo es un romántico que se enamoró de una mujer casi analfabeta, y que más tarde se adapta a la situación social e incluso trabaja cortando caña en un cañaveral. ¿Absurdo, no?

Mientras que el otro es un desenfrenado mujeriego, alcohólico y picapleitos que se convierte en fotógrafo.

Ambos son rígidos estereotipos, los actores no pueden salvar a sus personajes por más que lo intenten, se tornan un cliché: van a los extremos para conseguir el amor de la misma fémina.

Ella, muy desdibujada de carácter e insípida, y por la misma razón a mi modo de ver, sin esa aura sensual para atraerlos y provocar tanto jaleo.

La cinta, al decir del crítico cubano Rolando Pérez Betancourt, es la más ambiciosa de Arturo Soto. Puede que sea cierto, porque el director pretende a toda costa experimentar con el blanco y negro, buscando planos fotográficos artísticos, elipsis inesperadas, y otros recursos que avalarían el filme, si en realidad ganara en todos esos puntos (solo rescataría la hermosa música, de la compositora Beatriz Corona).

Sin embargo, se enreda en un argumento falaz que recuerda la estética de García Márquez fusionada con Alejo Carpentier, y una telenovela mexicana del peor gusto.

Los que se atrevan, vayan a verla y pasen dos horas aburridas, con una sala espaciosa sin apenas espectadores. Se exhibirá en los cines capitalinos por varias semanas.

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