La violencia, ese mal que nos rodea

Irina Pino

Del filme Ex-drummer

HAVANA TIMES — Llega un momento en que la saturación llega al límite; no hay forma de sobrepasar lo inhumano. Mucha gente lo que hace es pedir más violencia; la calle es un retrato de este mal.

Le dije a un compañero de la televisión cubana, –donde trabajé por varios años–, que me copiara unos videos de música y algunas películas; pues siempre me interesa ver nuevas cosas.

Al otro día, al revisar la carpeta en mi pc, vi un filme llamado Ex–drummer. Comencé a verlo por curiosidad, y a cada escena aumentaba mi repulsión. Llegó a provocarme malestar, asco; pero sobre todo, la impresión de vacío espiritual acabó por inundar mis sentidos.

En aquellos personajes no existían valores morales, ni siquiera de camaradería. El irrespeto y la falta de amor a los padres y a los hijos, circulaba por su libre albedrío. Escenas de sexo explícito, y hasta asesinatos múltiples en su final. No había nada positivo en esta película. Aquello, más que siniestro, era enfermizo.

Busqué información, y me enteré que la película era basada en una novela de Herman Brusselmans, novelista, poeta y columnista belga. Recurrente en temas de sexo, alcohol, insatisfacción y violencia. Un submundo conectado a la incapacidad de dar amor, permeado de relaciones disconformes, que no hacen otra cosa que destruirse sucesivamente.

El por qué la gente se deleita con estas historias es algo morboso. Aquí en Cuba, las personas han aprendido de alguna manera a trasmitir ese tipo de material. Recuerdo el incendio que hubo en la gasolinera de Santiago de Cuba; eso voló a través de flash, de móviles, hasta regarse por todos lados.

En la institución donde recibo clases de edición, presencié el video de una mujer que caminó desnuda por las calles de Camagüey. Se observaba una turba que la seguía, la mayoría de la gente le hacía burlas y la insultaban. No hubo nadie que alcanzara a cubrir su desnudez,  ni siquiera por compasión. Transcurrido un tiempo, llegó la policía, le propinó una paliza y se la llevó detenida.

La difusión de documentales sobre asesinatos reales, son otro modo de entretenimiento, o sea, que ya no son las clásicas películas de asesinatos, de horror, las que estimulan “ciertos gustos”, es lo verdadero, lo que de alguna manera tiene un nexo más directo con la vida cotidiana.

En la sociedad capitalista mucha gente baja de internet asesinatos, suicidios y violaciones. Las llamadas películas Snuff, recrean este tipo de comportamientos, –aunque dicen que no se ha probado que se realicen sin efectos especiales–. Lo que ha trascendido son los videos filmados por los propios asesinos, que en sus mentes enfermas, recrean sus horribles acciones. Que casi es lo mismo, pues ha creado una demanda por parte de un sector del público.

Los videojuegos sangrientos y los Reality shows, son otra variante de la degradación del ser humano. Un modo de fisgoneo lícito.  He leído que un porciento elevado de personas que han participado en estos espectáculos televisivos, acuden por ayuda psicológica; otras han llegado incluso al suicidio.

No sé qué está pasando con el ser humano, ni de qué nocivos sentimientos se alimenta en la actualidad. Hasta en la televisión cubana, –sobre todo los sábados en la noche–,  se proyectan filmes de extrema violencia.

En la secundaria donde estudia mi hijo, desde que entro por la puerta recibo violencia: jóvenes que vociferan, que no se apartan para dejar pasar, que no piden permiso y transitan por tu lado con tal premura, que por milagro no te tiran al suelo…

Un adolescente de dicha escuela, esconde una navaja en el jardín de la discoteca que frecuenta  con sus amigos. Cuando sale y va regreso a su casa, la coloca nuevamente en su bolsillo. “Dice que solo es por protección”. ¿Acaso no es posible que su “protección”, se vuelva contra él mismo?

También en el Estadio Latinoamericano ocurren constantemente hechos entre los jugadores y por parte del los fanáticos. El viernes pasado, mi hijo lo presenció: un tropiezo accidental, llegó a convertirse en una pelea entre cuatro personas. La gente rezuma ira, y terminan expresándola contra los demás.

Asesinatos en las escuelas, sabotajes en sitios públicos, guerras, torturas, violencia física y psicológica, pornografía, explotación infantil, sadomasoquismo, secuestro, prostitución, drogas…, es una lista bien extensa para un simple artículo.

Por lo que cabe preguntar, ¿qué hacer para detener esa destrucción y autodestrucción masiva? ¿Cómo vamos a limpiarnos de toda esa sangre y de la creciente brutalidad del mundo?

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