Emigrar o quedar en Cuba

Mi hermana y mi sobrina

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – Todos los días hay gente que emigra de la Isla. No es nada nuevo ver largas colas en la Oficina del Carnet de Identidad, en el Registro Civil, para sacar inscripciones y se sabe que planean irse.

Ahora con la nueva medida del patrocinio por dos años de cubanos residentes en los Estados Unidos, se van a intensificar las salidas. Otra vía para dejar el país y luego optar por la residencia. No obstante, algunos rehúsan hacerlo, a pesar de tener posibilidades.

Eso pasa con Tony, un amigo de la infancia, ingeniero que labora como editor y sonidista. Su hija vive en Naples y constantemente le dice que le va a poner los papeles para reclamarlo.

Ella lleva más de cinco años y aún vive con su madre (la ex de Tony) y sus dos hermanos adolescentes. Hace poco consiguió un empleo llevando la contabilidad de una empresa y tiene buen salario.

Pero él se niega a depender de su hija, solo acepta los medicamentos que le envía, porque son necesarios y aquí escasean. 

Cuando me explica las razones de por qué se queda, lo entiendo. Tendría que vivir agregado, como si fuera el inquilino de una casa de huéspedes.

Me confiesa que no puede empezar de cero, pues ya cumplió 53 años. Tampoco domina el inglés. Entonces qué va a hacer ¿acaso trabajar en un supermercado?

Acá es dueño de dos inmuebles, de los que no piensa deshacerse, su idea es arreglar uno de sus apartamentos para rentarlo. La dificultad del momento es con los materiales de construcción.

Muy distinto es el caso de Nancy, una amiga que se fue a Tampa reclamada por su hijo. Ella no trabajaba hacía casi una década, se la pasaba extrañando y con ganas de conocer a sus nietos.

Cuando la visitaba me cargaba con sus quejas, de la falta de comida, de lo malo que está el transporte, de tener que recurrir a Revolico para comprar medicamentos que necesitaba para su tensión arterial y así sucesivamente.

Estaba sola, y yo trataba de sacarla de su depresión invitándola al cine o al teatro, pero  después el tema obligado era hablarme de reunirse con su gente.

No sé qué va a suceder, porque la mayoría de la juventud desea marcharse. Cuba se convertirá en un país de viejos.

Pienso que la solución debe venir desde adentro, un cambio que no excluya a las fuerzas más activas, ni traiga como consecuencia el desarraigo ni la fractura familiar.

Lea más del diario de Irina Pino aquí.

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