Emigrados contentos, inadaptados y embarcados

Irina Pino

Obra del Bienal de La Habana de 2015. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — La vida le cambia a todos los emigrados, ya sea para bien o para mal. A un amigo mío, que recién regresó para visitar a su familia, se le nota con solo mirarlo, la transformación ha sido enorme. Acá vivía con un rictus dibujado en su rostro, se quejaba del mal funcionamiento de todo, de la falta de oportunidades para conseguir un empleo bien remunerado, siendo él un profesional talentoso.

Ahora que reside en Miami se ha suavizado su expresión, tiene un trabajo estable y tranquilo, hace una maestría, ha viajado por varias ciudades de los Estados Unidos, estuvo en Canadá y en una isla del Caribe. Tampoco significa que no haya tenido reveses, eso ocurre, como un proceso normal, pero en su caso, gradualmente, se ha acostumbrado a otro modo de vida, más simplificado, me sonríe y me enseña su celular, diciéndome: “Con esto se resuelven casi todas las cosas”. Se puede hacer magia por Internet, hay gente que ha aprendido a hacer cortes de pelo, a tatuar, y miles de cosas.

Dice que ya no extraña a La Habana ni la encuentra hermosa, a pesar de reconocer que hay una arquitectura con valor histórico; confiesa que después que pisó Nueva York quedó impactado, y describe a esta ciudad como un lugar increíble, cual si estuviera en una ciudad post-moderna, que aplasta por su majestuosidad, donde la calidez y la heterogeneidad de culturas, forman una rara simbiosis, que atrae al turista y lo marca para siempre.

A otros le han fallado los planes, tienen trabajos desgastantes, se sienten estresados porque no les alcanza para pagar todos los servicios o no dominan bien el idioma foráneo, se han divorciado de las parejas que salieron con ellos de Cuba, etc, etc.

Los que están embarcados de verdad son aquellos que están varados en México, Colombia, Ecuador, Venezuela, en campamentos de Serbia, hasta en la misma “Conchinchina”. La mayoría de ellos vendieron sus propiedades, se involucraron con traficantes y fueron estafados. Actualmente no tienen ningún estatus.

Mientras que otros ya no tienen remedio, sus familias están destruidas, porque encontraron la muerte en la selva o fueron asesinados. A un tipo de mi barrio le secuestraron la novia, y luego la mataron, pero él logró escapar y llegar a los Estados Unidos.

Día tras día, devuelven al país una cantidad considerable de inmigrantes. Con la derogación de la Ley pies secos-pies mojados se le jodieron los planes a mucha gente que perseguía el sueño de una vida más próspera.

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