Detenidos y multados por jugar futbol

Por Irina Pino

Jovenes cubanos jugando fútbol. Foto de archivo: Yoni González / cubanos.guru.com

HAVANA TIMES – El encierro en esta época de pandemia vuelve locos a los jovencitos, tal como si estuvieran en prisión domiciliaria. Su naturaleza está ligada al movimiento, por lo que necesitan ejercitar, hacer deportes para liberar la energía acumulada.

En la zona donde vivo, La Puntilla, en Miramar, algunos chicos violan el aislamiento social y se arriesgan a bañarse en la costa.

Ayer detuvieron a ocho jóvenes que jugaban futbol en la calle B, entre 1era y 3era, en un espacio vacío, aledaño al centro comercial.

Ocurrió inesperadamente: un carro policial se detuvo, una mujer policía se bajó y solicitó refuerzos. A los pocos minutos eran tres carros. La operación fue rápida: varios policías esposaron a los jugadores, incluso, a los que solo estaban allí de observadores.

Ningún vecino se tomó la molestia de intervenir, para explicar que estos muchachos son del barrio y que nunca han cometido delitos.

La verdad es que, fueron conducidos como delincuentes hasta la 5ta, una estación de policía, situada en la calle 62 entre 7ma y 9na.

En dicho lugar, el trato no fue nada amable, cada vez que alguno intentaba hablar, un oficial le gritaba: ¡cállate!

Dos de los chicos detenidos son hermanos, uno de ellos protestó fuerte, y lo metieron en el calabozo. Su hermano exigió que lo llevaran junto él, para acompañarlo.

Unos alegaron que ni siquiera estaban jugando, que aquello era una injusticia. Pero el oficial respondió que solo por estar cerca de los otros iban a ser multados igualmente. Como dice el refrán: “Pagan justos por pecadores”.

Aunque el momento exigía seriedad, los muchachos encontraron la forma de divertirse: se burlaron, riéndose bajito, de la obsoleta computadora que usaba el guardia de turno, de lo lenta que era para entrar en la base de datos y confirmar sus Carnés de identidad, ya que solo uno del grupo portaba el documento.

Finalmente, se le impuso a cada uno una multa de 300 cuotas (300CUP), por violar las medidas sanitarias del confinamiento, por estar prohibido reunirse más de tres personas en la calle. A pesar de que todos llevaban sus respectivos nasobucos.

Un rato después, llegó el padre de los hermanos a recogerlos, y se horrorizó al saber que iba a tener que pagar dos multas, o sea, 600 CUP, arguyendo que no sabía cómo iba a reunir todo ese dinero, ahora que ni él ni la madre de los niños estaban trabajando.

A las dos horas todos fueron liberados. Y por supuesto, tuvieron que regresar a sus casas caminando.

Hubiera sido mejor un llamado de atención, y no la medida abusiva para chicos que aún no trabajan. Entonces son los padres los que realmente deben asumir la responsabilidad.

La mayoría de las familias cubanas atraviesan una situación precaria, por la falta de alimentos y productos de aseo personal, y para colmo, tener que soltar dinero con multas innecesarias.

Hay policías buenos, malos, y están los corruptos, pero los que más golpean son los que ejercen el poder de manera arbitraria.

 

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