Con sus tres amores (¿tendrá ella tres cerebros?)

Irina Pino

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Ha dicho Woody Allen “que el corazón es un órgano muy flexible”, y convengo con él en todos los sentidos. Eduardo, mi colega de HavanaTimes, me ha facilitado una compilación que ha hecho Osvaldo Baigorria, de algunos pensadores del siglo XIX y  XX sobre su visión del amor libre.

Estas múltiples lecturas sobre las relaciones amorosas se fundan en análisis profundos y filosóficos, y cada uno expone su peculiar punto de vista o su experiencia. Leerlas me ha ayudado a percibir aristas o impresiones en alguien muy cercano a mí, que sostiene tres relaciones amorosas.

Hace más de diez años que vive con un músico, los dos son artistas y necesitan de ámbitos exclusivos para desarrollar sus labores creativas; además de compartir la responsabilidad del hogar y la educación de su hijo.

Pero concurren y están latentes diferencias muy marcadas en modos de pensar referidos a la política y otros asuntos, –temo que irreconciliables–, que los hace sumirse en discusiones que no traen soluciones ni acuerdos. Hay fuertes lazos de afecto, incluso mantienen una buena salud sexual, pero no lo es todo.

Su segunda relación ha durado un tiempo largo igualmente, existe respeto y mutua admiración. La comunión de ideas en el plano literario los une –es escritor como ella–, incluso ambos se ayudan en la corrección y edición de sus libros. Además de tener acercamientos en aficiones como la música clásica y la pintura…. En lo sexual –me confiesa–, es mucho más apasionado y creativo que el primero. Gusta del aislamiento y repele salir, casi como un ermitaño. Lo cual no le satisface, y limita un poco su horizonte con él.

Con Pablo, –alguien más joven–, aventurero, con mucha chispa y a la vez encantador, sale de vez en cuando a bailar, van al cine y recorren la ciudad. La energía que juntos proyectan es saludable y contagiosa. Se les podría llamar amigos-amantes, pues juntos tienen una relación basada en la camaradería principalmente; hablan de todo, sin prejuicios de ninguna índole, pues conoce de los otros. También es su lector más incisivo, desde su visión receptiva. Con los tres trascurren las experiencias que le aportan disímiles miradas, y se complementan en proyectos, aunque de forma separada.

Al verla, con cada uno –los conozco a todos–, pienso que no se puede colocar al amor en una camisa de fuerza, existen posibilidades sin descubrir, opciones que tenemos delante de nuestras narices y no explotamos, sumidos en ataduras estúpidas de prejuicios y otros rezagos de esa institución llamada “matrimonio”, que la mayoría de las veces está fundada en el engaño, las convenciones y conveniencias sociales, insultando las verdaderas aspiraciones del ser humano, que lastran el impulso individual al plegarnos a una sola persona de por vida, sin sospechar que el universo es enorme y somos parte de él.

Mi amiga me ha dicho que es consciente de los defectos en estas relaciones, que estos perviven, que las diferencias también hacen de las suyas y hay cosas que no se pueden cambiar, que se puede herir sentimientos y puede haber celos, pero nada en esta vida es perfecto; cada cual escoge su prisión-libertad como puede. Es bueno romper estos esquemas. Nadie está sujeto a otro, sino por su propia elección.

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