Sobre el cuerpo y las dictaduras

Todos salen iguales. Ilustración por Onel.

Irina Echarry

HAVANA TIMES — Llevo meses recorriendo las tiendas en busca de un ajustador de talla pequeña que no tenga rellenos; aún no lo encuentro. Si quisiera comprar sandalias bajitas, cómodas, la odisea sería similar porque ahora se usan las plataformas.

La moda nos condiciona la vida, rige nuestros gustos, nos martiriza aún cuando no seamos sus fieles seguidoras.

Una vecina comentaba sobre la última edición de Miss Universo; una amiga le enseñó las fotos que bajó de Internet: “ganó una venezolana lindísima” ―decía― “ese sí es un cuerpo…”.

La frase me recordó un documental canadiense que vi en el pasado festival de cine. Miss Inc, hace un recorrido por las academias de belleza que pululan en Venezuela, instituciones creadas para formar Miss.

Desde niñas de cuatro años que aprenden a caminar con tacones y a maquillarse, hasta muchachas convencidas de que no puede haber otro rumbo para sus vidas que llegar a ser Miss. Y para eso deben ser bellas.

Pero no hablamos aquí de cualquier belleza. Tienen que adaptarse a cánones que limitan la libertad y estimulan la uniformidad. La aceptación de esos códigos implica (en la mayoría de los casos) frustraciones, baja autoestima y sacrificios.

Las mujeres ―aunque ha tomado auge también entre los muchachos ― vivimos sometidas a la dictadura de la belleza. Desde pequeñas la presión social ―familia, amistades, el Mercado, los Medios de Comunicación― nos enseña lo que es femenino y lo que no lo es, lo que es bello y lo que no lo es, lo que es correcto y lo que no lo es; quien se salga de la línea se las tendrá que ver con la Sociedad ―que no perdona a quien es diferente―.

Esas academias, junto a los concursos de belleza y la publicidad en general, además de dar más importancia a la imagen de la mujer que a su intelecto, idealizan el cuerpo. De esta manera las eternas víctimas desean el cuerpo “ideal” y se frustran al saberse con un cuerpo “imperfecto”. Para remediarlo están las dietas extremas, los gimnasios, el quirófano.

Fue impactante escuchar en el documental a una ex modelo Miss Venezuela, dueña de una de las academias, hablando con desenfado, entre risas, sobre una segunda cirugía de nariz que se hizo pues ahora se usa más recta y no empinadita como hace unos años.

¿Hablaba de un vestido pasado de moda y no de una parte de su cuerpo? Las cirugías estéticas son riesgosas; más allá de la anestesia ―que puede provocar desde una simple alergia hasta la muerte―, hemorragias o infecciones podrían complicar las cosas.

Por cierto, en Venezuela, el máximo dictador en ese mundo es un cubano llamado por todos el zar de la belleza. Osmel Sousa piensa que la belleza es totalmente externa pues lo que hay dentro del cuerpo es horrible, ve a las jóvenes como muñequitas mejorables.

Es él quien dice si “sirven” o no para Miss, quien les orienta las intervenciones quirúrgicas, en fin, quien “fabrica” la perfección para que sea admirada y deseada.

Claro que cada quien es responsable de su cuerpo y de su vida, pero es que cuando la maquinaria nos hace su presa dejamos de controlar nuestros propios anhelos, para intentar realizar los deseos que alguien dictaminó para las mujeres.

La dictadura de la belleza se funde con la del mercado, formando un binomio perfecto capaz de someter hasta a la más díscola.

Tintes para el cabello, maquillaje, esmaltes de uñas, lencería, ropa, zapatos, joyería, todo está diseñado para adquirir lo que “necesitamos” y vernos “bien”; para que siempre nos sintamos inconformes con nuestros cuerpos y queramos lucir como la mujer ideal de los concursos.

En Cuba, la gente consume cada vez más productos audiovisuales relacionados con la industria de la belleza, el espectáculo y la moda.

Aunque existen casos, no hay mucho furor de cirugías estéticas pues la medicina está controlada por el estado; no tenemos esas grandes academias que fomentan la falsedad (enseñan a caminar, sonreír, aplaudir o sentarse) y que, rigiéndose por las medidas internacionales de 90-60-90, anulan la individualidad reproduciendo cuerpos muy parecidos.

Pero, aunque sí tenemos experiencia en lidiar con dictaduras, no luchamos por liberarnos, al contrario, nos plegamos y dejamos que nos sometan.

A finales del año 2013 tuvimos un concurso de belleza en casa; ya les contaré.

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