Por Esther Zoza
La radio en Cuba está llena de historia, una historia que le permite ubicarse entre las primeras -en la remota década del 20- en América Latina y el Caribe.
Desde sus inicios contó con la aceptación popular, y en ella alcanzaron reconocimiento tanto locutores, como artistas de diferentes épocas. Todavía hoy cuenta con un elevado índice de radioescuchas, seguidores de espacios noticiosos, deportivos, musicales y dramáticos.
Es bien conocido el gusto de nuestro pueblo por mantenerse informados desde horas tempranas con Radio Reloj, y seguir en diferentes horarios del día y de la noche sus emisoras preferidas aun en horario laboral. Emisoras como Radio Taino, Radio Progreso, Radio Metropolitana y Radio Enciclopedia, [todos estatales] gozan de una merecida popularidad entre las diferentes generaciones. Pero tras bambalinas el mundo de la radio no es tan perfecto como todos imaginan.
Muy pocos se detienen a pensar en los hacedores de la magia radial: los guionistas.
Los guionistas son seres invisibles e invisibilizados por locutores, asesores de programas, directores y público en general. Son los que hacen posible con dedicación y talento que la radio cumpla su objeto social. Desprovistos de aceptación y reconocimiento, investigan, crean o recrean, tecleando en obsoletas computadoras y antediluvianas máquinas de escribir los lauros que otros disfrutan a diario.
Esos hacedores de milagro tienen que hacer malabares para llegar a fin de mes. Malabares que los hacen escribir en diferentes emisoras y en varios programas para lograr un pago que, si bien no les alcanza para vivir con decoro, les permita pagar algunas cuentas y mal alimentarse.
Los que creen que dramatizo, solo tienen que acercarse a algunas emisoras y se sorprenderán de encontrar tarifas de 22.00, 25.00 38,00 y 50.00 pesos en moneda nacional (25 pesos = 1 USD) por un guion. Analizar esas cifras, es entender la escasez de guionistas en muchos espacios radiales.
Muchos directores radiales no pueden bajar la vista y reparar en el sacrificio de esos invisibles creadores que, para más absurdo, costean de su risible salario la impresión de los guiones para que directores y asesores se llenen los bolsillos con su trabajo.
De que estoy sorprendida e indignada con ese descubrimiento, lo estoy. Solo me resta cruzar los dedos y rezar para que esos hombres y mujeres que nos mantienen informados y nos hacen pensar, reír y llorar, alcancen el respeto que se merecen.
[Nota del editor: emisoras de radio privados y/o comunitarios no son permitidos en Cuba.]
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