Ernesto Carralero
En días aleatorios el servicio de fumigación hace acto de presencia, ¿pero qué sentido tiene?
En cada esquina se puede observar un tanque de basura totalmente desbordado y en más de una ocasión he visto alguna que otra rata rebuscando en los vertederos.
Pudiera pensarse que es cuestión de días en que por uno u otro motivo no se logra la recogida pero la verdad es las imágenes de las fotos son el día a día.
Estos montones de desperdicios son focos de todo tipo de plagas, además de afectar gravemente la estética de nuestros vecindarios.
Aun así la mayoría de los habitantes de esta ciudad no parecen estar muy preocupados por el problema o al menos parecen creer que no pueden hacer nada para solucionarlo.
¿Pero, será realmente así?
Es triste pensar que muchas cosas no suceden solo porque la mayoría de la gente no quiere. ¿Hasta cuándo simplemente barreremos la esquina de nuestra propia puerta?
En una reciente visita a Matanzas pude comprobar que al parecer el fenómeno es exclusivo de La Habana.
¿No sería factible aplicar aquí este mismo esquema?
Incluso para responder esta pregunta es preciso ejecutar una acción que parta de nosotros mismos. Al fin y al cabo, somos los afectados.
Si cada uno dedicara 10 minutos de su tiempo libre en llamar al servicio de comunales para quejarse.
Si durante solo diez minutos al día cada ciudadano de Alamar exigiera que la situación se resuelva.
Si una vez por semana enviara una carta a la Dirección de Comunales…
Estoy seguro de que llegaría el momento en que, al menos por cansancio, intentarían una solución.
El cubano ha de aprender a quejarse de una forma más seria de lo que normalmente lo hace.
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