Santa Claus no vuela con Cubana

Ernesto Carralero Burgos  (fotos: Caridad)

HAVANA TIMES — Recientemente veía un video que incluía trazas de noticiarios cubanos de 1959-1960 en que se hacía mucho énfasis en que ese año “también” el pueblo cubano disfrutaría de sus tradicionales “turrones” y se garantizaba que en ninguna mesa faltarían los “tradicionales productos navideños”, las tiendas aun ofrecían descuentos especiales y el espíritu era bastante alentador. Tiempos pasados.

Imagino que la mayoría de los que lean este post lo hacen desde el extranjero. Supongo que en sus países desde hace algún tiempo ya está en marcha Papa Noel, los renos, las guirnaldas para las puertas y los árboles de navidad.

En Cuba la verdad es que, salvo muy pocas excepciones, no se nota que esté llegando el año nuevo. Unos pocos carteles de “Feliz Año” (se evitan fechas para que no se traicionen cuando sean reciclados en otras ocasiones), o paredes que nos desean prosperidad en el 2013 o 2012, constituyen el único símbolo visible.

Una de las cosas que recuerdo con más cariño del tiempo que viví en Holanda son estas fechas. La nieve que cae sobre las calles cubriéndolas de blanco, los ayudantes de “Santa Claus” repartiendo dulces en la calle y las visitas de éste a nuestra escuela. El ajetreo incesante mientras nos disfrazábamos y preparábamos obras de teatro.

En Cuba no cae nieve pero tampoco llega la sensación de alegría que transmite este tiempo en otros lugares del mundo, y para muchos incluso pasa desapercibido.

Claro que el día 31 se celebran fiestas, los vecinos se abrazan, alguno que otro personaje lanza un disparo al aire pero no pasa de ahí.

Mientras que en otros lugares las personas pudieron ahorrar algo de dinero para celebrar las fiestas, aquí muchas familias todavía estarán tratando de arreglárselas para llegar a fin de mes.

La unidad de la familia y amigos, algo tan necesario pero que se hace notar aún más en estas fechas, también brilla por su ausencia. Jóvenes marcados por el estigma de la emigración dejando atrás parejas, padres, hermanos.

Luego de la cuenta regresiva que marca los últimos segundos del año, padres que cumplen misiones internacionalistas o simplemente atrapados en la búsqueda de mejorías económicas, insistirán llamando por líneas congestionadas para enviar apresurados besos y abrazos.

Durante mucho tiempo la política oficial en Cuba fue desalentar la navidad por considerarla un “simple arrebato consumista” o “influencia ideológica”. Pero la verdad es que es mucho más. Incluso para aquellos que como yo no somos católicos, significa tiempo pasado y gracias por sobrevivirle. Es el fin de un año y todos sus pesares y alegrías. Es casi el inicio de una nueva vida.

Felices navidades a todos. Yo por mi parte no miraré al cielo ya que sé… “Santa Claus no vuela con Cubana”.

 

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