Ya no eres más mi héroe, René

Erasmo Calzadilla

Es una broma por supuesto, los 5 nunca fueron mis preferidos. Pena me daba verlos atrapados entre las muelas de una maquinaria macabra; y hastío por la promoción audiovisual desquiciante que de ellos hace el régimen.

Aunque no estaban muy alto en mi ranking personal, al menos uno de ellos, René, el que liberaron hace poco, cayó precipitadamente a raíz de sus recientes declaraciones.

Desde que lo sacaron tuve curiosidad por ver cómo ese hombre cuyo rostro tengo tallado en el subconsciente enfrentaría su nuevo papel de hombre público. Quería descubrir en sus palabras y en sus gestos si el Rene es un tipo con cabeza propia o una marioneta de esta gente.

Y me lo imaginaba en un aprieto porque tengo el prejuicio de que un soldado de la Seguridad del Estado, por estar siempre cumpliendo órdenes oscuras que no puede discutir ni comprender, no puede desarrollar un pensamiento autónomo ni una identidad singular, cualidades imprescindibles en un héroe popular.

Finalmente René abrió la boca y hasta una carta envió a su querido comandante (ver Granma del 18 de octubre).

Hacia el final de la misiva declara el seguroso:

…seguiré en el mismo combate a que ustedes me convocaron y voy hasta el final, hasta que se haga justicia, a seguir sus órdenes, a hacer lo que haya que hacer.

Y les digo a Fidel y a Raúl: ¡Comandantes, los dos, ordenen!

Hasta ahora no ha logrado el hombre salirse del predecible papel de buen soldado encariñado con sus superiores. Y sus superiores por supuesto, contentísimos con la demostración de ciega fe hacia ellos.

Puede que René haya sido muy valiente infiltrándose entre los radicalones y violentones de Miami, y eso es algo que hay que valorar, pero para ser un hidalgo popular no basta; habría además que ser insumiso.

Meditando sobre el asunto no puedo menos que recordar a Camilo Cienfuegos, un tipo que a pesar de sus reverencias públicas al Gran Hermano la gente sí lo quería como a un héroe. Pero en Camilo uno podía presumir una independencia de carácter y una soberbia que según cuentan las “malas” lenguas le costaron la vida.