Victoria quiere inculcarnos valores

Erasmo Calzadilla

Victoria Ojalvo lleva ya cerca de tres décadas dedicada a inculcar valores entre los universitarios cubanos. Esta es una tarea que realiza con amor desde su puesto de trabajo en el Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior (CEPES).

Su esfuerzo persigue que los estudiantes lleguen a ser “gente honesta, responsable, laboriosa, y que estos atributos sean parte de cada personalidad.”

Ella exhorta, en un articulo publicado el 8 de Febrero en el seminario Trabajadores, a los educadores a no ser impacientes ni esquemáticos puesto que “los valores no se forman en un día” … “en un momento se puede alcanzar una conducta solidaria, pero ello no indica que el valor esté formado.”

‘Mira, a aquel de allá le hace falta un poquito más de honestidad. ¡Oh, creo que te pasaste con ese en el amor propio; habrá que reeducarlo!’, pense.

La enseñanza en valores en Cuba está como para salir corriendo. Ojalá tuviera un purgante que me hiciese arrojar todos los valores que Ojalvo y sus compañeros han logrado inculcarme sin mi consentimiento.

¿Cómo es posible que prestigiosos y veteranos doctores en ciencia tengan una concepción tan patética de la pedagogía? ¿Con qué derecho esos científicos manipulan la mentalidad de las personas?

¿Cuál es el respaldo filosófico de esto si hasta el mismísimo Carlos Marx se manifestaba en contra de una educación dirigida desde el Estado, que es, según sus palabras, el que debe ser educado.

Y además, en cuestión de valores, ¿quién puede decidir cuáles sean los buenos o los malos? ¿Acaso la sociedad? ¿Y en serio le preguntaron a la sociedad, o sencillamente la asumieron?

¿No serán esos mismos doctores con sus absurdas teorías los que han generado, por elemental y natural reacción de la vida frente a lo soso, tanto impulso antisocial entre los jóvenes?

La experiencia me ha enseñado que la babosería con los valores solo genera desprecio por ellos, doble moral o al contrario gente sumisa y sin identidad.

Pero la cosa no es tan sencilla, la mal llamada formación en valores no es solo la obra de una generación de pedagogos moralmente virtuosos que quisieron el bien pero escogieron mal los medios.

Pero no creo que sea eso, es un síntoma más de la decadencia que engendra el mando único, y un paso necesario en el afianzamiento de una cultura pro clasista necesitada de cosméticos, papel que desempeñan con éxito los valores que Victoria nos quiere inculcar.