Mi Edo

Erasmo Calzadilla

Tengo miedo por las cosas que digo en el havanatimes.  Convencido estoy que no me van a torturar, al menos no como lo hacía Batista o las dictaduras latinoamericanas.  No me van a sacar las uñas, pegarme corriente, tirotearme en una carretera o lanzarme embarazado ß? al mar desde un avión, pero temo perder el trabajo en la Universidad de la Habana donde trabajo contratado desde que me expulsaron de otra universidad: el INSTEC.

No es quedarme sin salario lo que me asusta. Tampoco me preocupa demasiado desvincularme de la enseñanza; es buenísimo el contacto con los estudiantes pero se puede conseguir por otras vías.

Lo que me mantiene en vilo es el temor a pasar por el mal momento en que te llaman, te juzgan y te botan; no acabo de acostumbrarme.

Para conseguir más teatralidad, para que la lección sirva de ejemplo, a menudo se fabrica un show delante de los compañeros que en ese momento abren la boca sorprendidos al descubrir lo malo que uno era y ellos no se habían dado cuenta. No puedo ocultar que a mí también me han inculcado valores, como la vergüenza, y deshacerme de ellos es más difícil de lo que creía.

Comprendo que detrás de tal miedo lo que hay es inseguridad. Puede que no suene bien pero es así ¿qué le voy hacer?  Escribo con gusto en el havanatimes, nadie ni nada me obliga, pero otra parte de mí no está segura… el padre me sigue agobiando con sus exigencias.

Cada vez que enfrento a quien sospecho que será la persona que me va a llamar para citarme al consejo de dirección, le miro a los ojos, lo estudio.  Repaso luego su saludo y me angustio si este fue esquivo o si parecía ocultar algo…  No estoy contento de tener tales preocupaciones pero las tengo.

A veces deseo que me acaben de llamar para salir de una vez ya de todo.  Muy cierto es lo que decía un comentador, que tal comportamiento es propio de un niño pero, ¿alguien tiene algún remedio?