La era está pariendo dios sabe qué

Erasmo Calzadilla

aguas negras corriendo entre los edificios

HAVANA TIMES — Ya casi lo tenía terminado, un post donde me rasgaba las vestiduras con teatralidad denunciando los nuevos desastres acaecidos en el barrio decadente donde vivo: Alamar.

Desde la última vez que hablé del reparto se han caído dos paradas de ómnibus, colapsó un puente peatonal (el atajo a la playa Bacuranao) y otro está en veremos, detuvieron un gran proyecto arquitectónico en ejecución (dicen que será un mausoleo para los Castro), nuevas fosas se desbordaron, subió el precio de los productos del agro y se agravó el problema de la basura.

Seguro les iba a encantar, sé que muchos de ustedes gozan escuchando noticias “calientes” sobre Cuba. Pero me lo arrebataron de las manos; de pronto las cosas han empezado a mejorar.

Otra parada destruida.

La papa sata en el mercado, el carro de la basura es un reloj (Poljot), asfaltaron algunas calles que parecían la superficie de la luna, a su cauce subterráneo retornaron las fosas más caudalosas, una de las paradas derrumbadas está a punto de ser reinaugurada y, lo más importante, trajeron nuevos tanques de basura. Algunos de esos humildes avances tuvieron lugar poco antes de las elecciones (lo que hace pensar que…) pero otros vinieron después.

Tremenda contentura hay en el barrio, yo también me alegro pero me queda un sabor amargo en el cielo de la boca.

No me malinterpreten, detesto la pirotecnia, pero pensé que un estallido, con basura como combustible, podría despertar la conciencia social. Imaginé al barrio en plan mayo-del-68, botao pa la calle haciendo bulla, venciendo el miedo y la inercia, poniendo a correr a “De Gaulle” e intentando organizarse para una solución local y consensuada a sus problemas crónicos.

tanques de basura: los viejos junto a los nuevos

¡Qué iluso! Toda la tensión acumulada fue disuelta de la noche a la mañana por un oportuno regalo de los dioses, que aprietan pero nunca ahogan.

Seguiremos siendo otro barrio-dormitorio orbitando en torno al centro; sin confianza en sí mismo, sin identidad ni orgullo propio, ignorante de su fuerza, incapaz de administrar las necesidades y detritos de su metabolismo, dependiente del Gran Estado repartidor de dádivas y de un petróleo que mañana escaseará.

Epílogo:  Los que ansían un brote de epidemias y revueltas en Alamar (por disfrute morboso de las desgracias ajenas o porque sueñan con una reedición de la Pérez-Troica) van a tener que esperar un rato. La era está a punto de parir un nuevo mundo pero las contracciones van y vienen.

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