Energía en América Latina y el Caribe, cuatro años deslizándonos por la canal

Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES – Como todos los años por esta fecha, un grupo de colaboradores [1] aprovechamos el informe anual de British Petroleum [2] para tratar de comprender y presentar de manera accesible el dilema energético que vive nuestra región. La cosa pinta bien fea, como trataremos de mostrar en lo adelante.

Comencemos echando un vistazo a la enorme y peligrosa dependencia de América Latina y el Caribe (así como el resto del mundo) con los combustibles fósiles.

 

Más del 75% de nuestro consumo proviene del petróleo, el gas y el carbón. Las renovables (solar y eólica) que de tan buena prensa gozan, solo generan un ridículo 5%.

Pero esos compuestos orgánicos de los que tanto dependemos han sido explotados durante más de un siglo como si no hubiera mañana, y a la altura del 2019 ya hace rato que sus días de gloria pasaron. Contrario a lo que muchos piensan, la crisis no explota con la quema de la última gota; el simple descenso por la ladera derecha de la curva de Hubbert (cuando se ha extraído aproximadamente la mitad del volumen inicial) es suficiente para desencadenar una recesión o el derrumbe de una económica estructurada en pirámide Ponzi, una que solo consigue mantener el equilibrio si se mantiene en fase de crecimiento exponencial. De la misma manera en que un ser vivo se desarrolla o aumenta de peso con comida y adelgaza o muere sin ella, así sucede a la economía con la energía.

 

La de arriba es la curva de Hubbert ideal. ¿Cuánto de ella hemos recorrido en América Latina y el Caribe? Pues hoy aquí estamos celebrando el cuarto año de haber rebasado un máximo en la producción de energía y haber entrado en un declive tan prolongado y vertiginoso como nunca antes se había visto en la historia de nuestro continente. Estamos viviendo, sin darnos cuenta, un singular momento histórico.

¿Será el pico definitivo? Difícil de asegurar, pero muchas señales indican que sí. El año pasado las líneas de producción de energía en general y de petróleo en particular se igualaron por primera vez con las de consumo. A ese ritmo habrá cada vez menos para exportar, y obviamente para consumir y crecer.

La muerte irremediable del mundo tal y como lo conocemos es difícil de aceptar; muchos se aferran irracionalmente a las innovaciones que están teniendo lugar en el área de las renovables. Pero un simple análisis de la velocidad a que está ocurriendo el remplazo nos muestra que el vacío no podrá ser llenado. No ahora, no a mediano plazo, y posiblemente nunca. Son tecnologías prometedoras, pero necesitan beber mucho todavía de una teta cada vez más seca (la de los combustibles fósiles en retroceso) para alcanzar una adultez que está en veremos.

Para colmo de males, el crecimiento de las renovables se ha concentrado en los países que pueden darse el lujo, por decirlo de algún modo: Brasil, México y Chile son responsables de más del 80% de su generación. Suponiendo que el milagro del remplazo ocurriera, la abismal desigualdad sería un obstáculo al desarrollo y un elemento desestabilizador.

 

Imposible mencionar la debacle energética en A. Latina sin hacer un aparte con Venezuela, el primero en caer. Los bandos en pugna, la prensa, los analistas y casi todo el que opina sobre el tema presupone que la ruina de PDVSA es consecuencia de la situación política. Pero la producción de petróleo en la nación suramericana viene cayendo de manera sostenida desde antes de la llegada de H. Chavez a Miraflores. Comparémosla con la de México, gobernado hasta ayer por la centroderecha.

 

Como era obvio suponer, el agotamiento de los recursos no renovables es un fenómeno transversal a todos los sistemas extractivistas, sea el partido que se siente en la silla presidencial.

Un detalle importante a notar: en 2018 PDVSA se desploma mientras PEMEX parece mantener la línea de flotación. Para comprender por qué ha ocurrido esto importa saber que la economía venezolana es mucho más dependiente de los combustibles fósiles (más de 90% vs menos de 20%) y en la misma medida menos resiliente.

Conclusiones y predicciones

Hace ya varios años venimos alertando sobre una situación cuya gravedad ha sobrecumplido nuestros pronósticos. No hay forma de adornarlo, en América Latina y el resto del mundo estamos avocados a una contracción drástica de la economía y la consecuente descomposición del mundo tal y como lo conocemos. La crisis ya está aquí, se va a declarar abiertamente durante la próxima década, y sería un milagro que no desemboque en un crash civilizatorio.

Una acción rápida y coherente por parte de países, regiones, familias u otras congregaciones humanas podría mitigar el impacto devastador del evento. Sería genial que no los políticos, de esos hay poco que esperar, pero al menos los científicos sociales, comunicadores y hasta influencers ayudasen al resto a comprender lo que nos está sucediendo.
—–

  1. Anibal Hernández, Demián Morassi y Erasmo Calzadilla
  2. Statistical Review https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-economics/statistical-review/bp-stats-review-2018-full-report.pdf
  3. Menciono petróleo por ser el más emblemático pero la caída ha ocurrido también en la producción de los otros combustibles fósiles: carbón y gas

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