Los desagradecidos y los egoístas

Por Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES – En las últimas semanas, un colega periodista ha publicado algunas fotos que reflejan, mejor que mil palabras, las infrahumanas condiciones en que se sobrevivía en los campos cubanos antes de 1959, fecha en que triunfó la Revolución y comenzó la construcción de una nueva sociedad, con todos y para el bien de todos, como lo soñó y por la que luchó nuestro héroe nacional, José Martí.

Inmediatamente después de aparecidas esas imágenes, encontré en las redes sociales un comentario en el que se afirmaba que hoy estábamos peor que en la época que reflejan las mencionadas fotografías.

Después que leí ese comentario me he preguntado muchas veces cómo es posible que alguien en su sano juicio haga tales afirmaciones.

Las respuestas a mis preguntas me han planteado las siguientes cuatro hipótesis:

1.- Se trata de alguien que no conoce nada sobre Cuba y se ha dejado llevar por las mentiras que inventan los enemigos para desacreditar a la Revolución cubana.

2.- Algún desagradecido que no ha sido capaz de valorar lo que ha hecho y sigue haciendo la Revolución por el pueblo cubano, e incluso por otros pueblos del mundo.

3.- Un egoísta que antes de la Revolución, él o sus antepasados disfrutaban de prebendas y no les importaban los sufrimientos del pueblo.

4.- Es un mercenario que escribe lo que le dictan los enemigos de la Revolución, que le pagan para que haga ese triste y sucio papel.

Todas esas variantes están presentes, en mayor o menor medida, en las diferentes manifestaciones publicadas en la llamada “prensa independiente”, que de independiente no tiene nada, pues depende, para su existencia, del financiamiento del Gobierno estadounidense y están obligados a publicar lo que les dictan sus amos, de lo contrario no hay dinero.

Están presentes los desagradecidos, que no tuvieron que pagar un solo centavo para alcanzar el nivel escolar que hoy tienen ellos y sus descendientes, si viven en Cuba.

También están los egoístas que apoyan el Título III de la Ley Helms-Burton. Tienen la mira puesta en rescatar las prebendas que les dieron a sus antepasados la propiedad de gran parte de la Isla y ahora sueñan con quitarles las escuelas a los niños, los hospitales a los enfermos, los hoteles y centros de recreación a la economía del país y las viviendas a la mayoría de los cubanos, que hoy son propietarios de las mismas, o arrebatarles a los campesinos la propiedad de la tierra que les fue entregada en cumplimiento de la Ley de Reforma Agraria.

En definitiva, todos pueden responder a un solo calificativo: contrarrevolucionario. No puede tener otro nombre quien aboga por una intervención militar estadounidense; quien mediante pagos en dólares desde Estados Unidos, es capaz de descarrilar un tren cargado de contenedores, o tirar piedras a una tienda para destruir sus vidrieras, o lanzar botellas incendiarias contra una estación de venta de gasolina, o ultrajar los símbolos patrios, incluyendo la bandera y nuestro héroe nacional José Martí.

Ha quedado demostrado con pruebas y con las propias confesiones de los culpables, que todas esas acciones son pagadas desde Estados Unidos, algunas con una simple recarga del teléfono celular. Es realmente denigrante, para ellos y para el imperio que les paga. ¿Pensarán realmente estos personajillos y sus amos, que así van a derrotar a una revolución enraizada en la conciencia del pueblo cubano?

Lo que nos ofrece a cambio el imperio es la restauración del capitalismo existente en el país antes de 1959. Las fotos a las que hice referencia al principio de este comentario reflejan, una de ellas, un bohío desvencijado y en el exterior varios niños descalzos y con ropas raídas.

La segunda muestra otro bohío del que la guardia rural está desalojando a una familia, que será lanzada al camino, sin un techo donde vivir. La tercera presenta a un niño desnutrido y evidentemente muriendo de hambre y enfermedad.

Indudablemente son fotografías que reflejan una parte de la deplorable situación en que se vivía en los campos de Cuba. Lo mismo podría mostrarse de los barrios marginales de las ciudades. Eso es lo que ofrece el imperio a cambio de nuestra humana y solidaria Revolución y para ello cuentan, no con el apoyo del pueblo, sino con el de los desagradecidos y los egoístas, que se venden por unos cuantos dólares.

Lea más aquí del diario de Elio Delgado Legón.

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