La Revolución cubana ante las campañas mediáticas

Elio Delgado Legón

HAVANA TIMES – Las campañas contra la Revolución cubana comenzaron desde el mismo triunfo de la insurrección popular contra las fuerzas armadas del dictador Fulgencio Batista, respaldadas, armadas y entrenadas por Estados Unidos para reprimir al pueblo, que pagó el precio de 20 mil vidas de jóvenes revolucionarios para conquistar su libertad.

La primera gran campaña de mentiras, tras la victoria del primero de enero de 1959 y que aún hoy, 60, años después, algunos contrarrevolucionarios la siguen repitiendo, para confundir y engañar, fue que en Cuba se estaba produciendo un baño de sangre, que se estaba asesinando a diestra y siniestra. Esas noticias falsas fueron repetidas por los principales medios de prensa trasnacionales, y fue necesario invitar a toda la prensa mundial a participar en la “Operación Verdad”, que consistió en dar a conocer la realidad nacional y qué era lo que estaba sucediendo, pues la dirección de la Revolución jamás ha dicho una mentira, aunque los enemigos afirmen lo contrario.

Lo que realmente sucedió en la Isla en esos primeros meses del Gobierno revolucionario fue que a muchos de los criminales de la policía batistiana, que habían asesinado y torturado a miles de jóvenes revolucionarios y que no pudieron abandonar el país junto con el dictador, fueron capturados y sometidos a juicios, y a los que les fueron probados sus crímenes, fueron condenados a la pena de muerte por fusilamiento, pero en ningún caso fue condenado alguien a quien no se le hubieran probado fehacientemente los hechos. La justicia revolucionaria siempre se ha aplicado con apego a la ley, aunque las campañas mediáticas sigan tratando de denigrar a la Revolución.

La otra gran farsa montada por la prensa contrarrevolucionaria en aquellos convulsos primeros años, fue la relacionada con la Patria Potestad. Esparcieron por el mundo la opinión, inventada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y apoyada en Cuba por algunos miembros del clero católico, de que la Revolución les quitaría a los padres la Patria Potestad y que sus hijos serían enviados a Rusia. Toda una gran locura que, sin embargo, la creyeron muchas personas, que decidieron mandar a sus hijos pequeños, solos, hacia Estados Unidos.

El Gobierno no les impidió hacer semejante barbaridad por respetar la libertad de viajar, y fueron enviados 20 mil niños, sometidos a enormes sufrimientos, alejados de sus padres, muchos de los cuales nunca se volvieron a reencontrar y la mayoría arrastró ese trauma durante toda su vida, lo cual a la CIA le importó muy poco.

Para hacer creíble la vil mentira, divulgaron un documento en el que aparecía un proyecto de ley sobre el tema, incluso con la firma del presidente de la República.

Son solo dos ejemplos de dos grandes mentiras de los primeros años de la Revolución, pero la campaña mediática contra el país no ha parado de crear historias durante casi 60 años, como las que inventó John Bolton, primero que Cuba estaba fabricando armas biológicas, y más recientemente, que tenía 20 mil soldados en Venezuela, cuando la realidad es que allí la Isla solo tiene médicos, enfermeras y otros colaboradores sociales como los de Cultura y Deporte.

Tantas han sido las mentiras sobre Cuba divulgadas por todo el mundo, que la mayoría de los extranjeros que nos visitan se asombran de las diferencias que hay entre lo que dice la prensa en sus naciones y la realidad que ellos pueden ver in situ.

Precisamente ante esas campañas mediáticas, decidí, hace cinco años, escribir pequeños artículos que mostraran la realidad de nuestro país, sometido no solo a las campañas mediáticas, sino a un cruel bloqueo económico, comercial y financiero, que cada vez arrecia más, hasta convertirse en una verdadera guerra económica que persigue por todo el mundo cada actividad comercial o financiera de Cuba, para dictar sanciones y multas, con un total desprecio al Derecho Internacional.

Espero que un día se imponga la cordura y Cuba pueda seguir adelante con su modelo de sociedad socialista, como lo soñó José Martí: con todos y para el bien de todos.