El Diagnóstico

Osmel Almaguer

Havana, Cuba - Foto: Caridad

Ayer visité a mi tía Mamita que estaba de cumpleaños. Antes de tocar a su puerta, la imaginaba con espíritu festivo, celebrando con amigos y parientes. Pero en la casa solo estaba Manolo, su esposo, y ella, que al recibirme, tenía una expresión de cansancio en el rostro. Luego de felicitarla le pregunté y me contó lo que le sucedió a Manolo una semana antes.

Manolo es un hombre de 63 años y salud muy endeble.  Padece de los riñones, el azúcar y la circulación, además de los males comunes, como el catarro, que siempre se le pega.  Por eso, cuando tiene cualquier enfermedad, casi siempre se le complica con sus padecimientos, como le sucedió recientemente.

Dolores muy fuertes en el vientre, fiebre de 39 grados e incontinencia urinaria, convencieron a mi tía de acompañarlo al Hospital Naval, a 20 kms de Guanabo.  Por suerte ellos tienen auto.

Aunque Manolo no es militar, en casos de urgencia puede ser atendido en el Cuerpo de Guardia.  Quien lo hacía era un médico residente (estudiante de prácticas) porque la mayoría de los especialistas estaban cumpliendo misión en el extranjero.

Este, al parecer, no era de los más aventajados de su año, pues dudaba mucho al hacer el reconocimiento y mi tía pudo distinguir sobre su mesa un listado de síntomas relacionados con cada enfermedad, algo que aquí llamamos “mata-burro.”

Después de mucho pensar, y sin hacer ningún examen a profundidad, aunque los síntomas de Manolo no eran coincidentes al 100%, el estudiante -mecánicamente- le diagnosticó la fiebre A (H1N1), y le recetó el tratamiento que esta enfermedad requiere.

Mucha suerte tuvo Manolo, pues su caso era mucho más grave y de no ser por una simple casualidad, no se sabe qué hubiera ocurrido.

A la salida se encontraron con Luis, urólogo que en el pasado fue cliente de Manolo en la Notaría. Al mencionarle el caso les propuso un examen.

Luego de un tacto rectal muy doloroso, debido a la inflamación, y mediante una técnica manual muy efectiva, Luis extrajo del interior de Manolo una gran cantidad de sepsis, con lo que enseguida el paciente comenzó a mejorar.

El doctor comentó que de no haber tratado a Manolo ese mismo día, la situación hubiera sido grave, pues la infección prostática y la sepsis urinaria le hubieran elevado el azúcar en sangre con consecuencias fatales.

Así salvó su vida Manolo, y mi tía, en vez de pasar su cumpleaños en un velorio, solo tuvo que cuidarlo para que se pusiera mejor.

Lázaro, el padre de Leslie, mi más antiguo amigo, no tuvo la misma suerte y, por un mal diagnóstico, murió sobre su cama una noche, ignorando que tenía enfisema pulmonar, porque en el hospital le dijeron que “solo era un airecito.”

Otros, como yo, hemos tenido mejor suerte.  Ya me he operado cuatro veces y gracias a esto continúo haciendo una vida normal, aunque las operaciones fueron antes de que llegara el Período Especial, cuando el Sistema de Salud funcionaba mucho mejor, porque no sé lo que hubiera ocurrido si fuera ahora cuando necesitara operarme.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.