Paul McCartney en sus 70

Dmitri Prieto

Santiago de Cuba. Foto: Janis Hernandez.

HAVANA TIMES — Hubo un tiempo en que los Beatles estuvieron censurados en Cuba. Hoy, sus canciones casi forman parte del “discurso oficial”.

Paul McCartney acaba de cumplir 70 años.

Quizás para alguien la época heroica de la banda de Liverpool jamás fue superada – y probablemente ese alguien tenga toda la razón.

Pero hoy, cuando me enteré por la TV del aniversario de Paul, recordé primero a toda la generación que él representa, y a la que tanto debemos.

No sólo la música, no sólo los Beatles, también una forma de vivir en libertad, también la comunión amable que nos llega por nuestros padres, los padres de la Primera Generación Global: esos baby-boomers de la URSS, de USA, de Cuba, de España, Checoslovaquia, RDA y tantos otros países (algunos de los cuales ya no existen) que “también crecieron con el Yesterday”, como canta la española Ana Belén. También la revolución sexual y todas las sinceridades de esos ´60 que no vivimos.

Recordé a cientos de cubanos que fueron a las UMAP* -probablemente la institución más ecuménica que existió en la historia reciente de Cuba-, muchos de ellos por escuchar a los Beatles. Hay una antológica canción de Carlos Varela: “cuando los discos de los Beatles // no se podían tener…”. Tan lejos – tan cerca…

Recordé a los izquierdosos de aquella época, muchos de los cuales no sabían ni rayos de cómo se vivía en Cuba, que quizás soñaban que en la guerrilla del Che se fumaba mariguana y que las tan bellas milicianas cubanas ampliaban sus realidades con LSD.

Nada menos cierto: la realidad era bien única, y bien dura.

Algunos de los izquierdosos (no tan alienados) de los ´60 se estuvieron poniendo bombas en los ´70, la “década prodigiosa”, también “década de plomo”: Brigate Rosse,

The Weathermen… La generación de McCartney nos enseña que es posible conquistar la verdad y la libertad por la rebeldía, pero también que hoy no deseamos usar la violencia para lograrlo.

Recordé, obviamente, a los otros 3 Beatles, donde quiera que estén, junto con Mr. Taxman y Dr. Roberts.

Recordé a la clase obrera inglesa. A cómo John (“Working Class Hero”) devolvió a la monarca su Orden del Imperio Británico, mientras Macca (como le llaman los tabloides londinenses) aún goza de un caballeresco tratamiento de “Sir”.

Recordé a Winston Churchill (¿por qué a él?… vaya, porque era el Prime Minister cuando nacía Paul y Gran Bretaña ya no estaba tan sola contra los nazis: la Victoria en Europa estaba garantizada a largo plazo por el enorme frente que cubrían con sus cuerpos los soldados del Ejército Rojo…).

Recordé a los rockeros cubanos: los viejos, que admiran a los Beatles, Led Zeppelin, Queen y Pink Floyd, y los más recientes, para quienes eso ni siquiera es rock.

En fin. Más allá de tanto ejercicio de memoria, deseémosle largos años “de paz y armonía” a McCartney, que siga cantando y que un día se vuelva a nuestra Isla, quizás esta vez no de incógnito.
—–

(*) Unidades Militares en Apoyo a la Producción, una especie de campos de trabajo forzados que existieron en Cuba un par de años por la década de los ´60, con el supuesto fin de “eliminar las lacras sociales”. Alojaron a homosexuales, cristianos, rockeros, hippies, escritores vanguardistas, todo tipo de personajes raros, y futuros miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica y del Movimiento de la Nueva Trova. Fueron fuertemente criticadas (también oficialmente) en los últimos años.

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