Dmitri Prieto
HAVANA TIMES — Ya fueron publicados muchos de los resultados del último Censo de Población y Vivienda que se hizo en Cuba, el de 2012.
Una de las preguntas del Censo se refería al lugar de nacimiento de quienes eran encuestados, y permitía registrar también el país si la persona en cuestión no había nacido en Cuba.
El resultado revelado con respecto a quienes viven en Cuba, habiendo nacido en otras tierras (3386 mujeres y 2627 hombres) no deja de ser sorprendente.
Según el censo, 1444 residentes en el país nacieron en el Estado Español. Esto no es exactamente una diáspora: Cuba, obviamente, tiene históricas relaciones migratorias con lo que aquí a veces llaman “La Madre Patria”, y existió una inmigración sostenida desde principios del siglo XVI y hasta aproximadamente 1961.
Hay en Cuba un número importante de sociedades españolas, organizadas por criterios étnicos, de comunidad autónoma o simplemente de naturalidad, que agrupan tanto a inmigrantes como a sus descendientes. Mi abuelo cubano, por ejemplo, era de León, y adquirió la nacionalidad cubana años después de trasladarse a la Isla. Nunca volvió a su país de origen. Lo mismo sucedió con muchos y muchas de sus ex-compatriotas.
El segundo grupo (794) de quienes viven en Cuba y nacieron en ultramar vinieron de la Federación de Rusia. Y esto sí que sorprende –no por el hecho en sí, sino por lo invisibilizada que se encuentra esta diáspora-. Y es una verdadera diáspora: quienes nacimos en el país eurasiático no poseemos aún una ninguna asociación reconocida por autoridades cubanas, y la socialización entre tales “inmigrantes” suele ser interrumpida y fragmentaria. No hay muchos lugares donde congregarse y conocerse entre sí.
Hasta los etnólogos más reconocidos del país no profundizan en la contribución de esta diáspora a los “componentes étnicos de la nación cubana”, mientras sí hay estudios numerosos sobre la presencia árabe, china, hebrea, coreana…
Rusia –como lugar de origen de residentes en Cuba- es seguida por Italia (316), EE.UU. (305), Ucrania (274), Venezuela (237), México (201) y Haití (200). Las diásporas de Rusia y de Ucrania sumadas sobrepasan el número de 1000.
También existe un número grande de descendientes de quienes nacieron en ultramar que a su vez vinieron al mundo en Cuba. Descendientes que muchas veces guardan con cariño la cultura y algunas tradiciones de sus mamás y papás. Tales descendientes no aparecen en los resultados censales, pues no se preguntó por el lugar de origen de los progenitores.
El Censo 2012 tampoco preguntó por la ciudadanía, etnicidad o religión practicada. Las cifras por lugar de origen, por tanto, incluyen tanto a personas con ciudadanía cubana como a quienes no la tienen.
También la etnia de los entrevistados puede variar: el lugar de nacimiento no la determina. Muchas de esas personas simplemente nacieron fuera de Cuba, y después nunca más visitaron el lugar donde por vez primera vieron la luz.
Pero solo el hecho de que la diáspora post-soviética (si se nos permite el término, para la suma de todas las diásporas provenientes de la ex-URSS) sea la más numerosa demanda de un estudio más profundo y un esfuerzo en propiciar la socialización de quienes la integran.
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